Con las Fiestas Patrias, recordé algo que es muy típico en época de celebraciones: tener caña moral. Sí, ese estado de amnesia post carrete, causado por la ingesta de unas cuántas copas de más. “¿Qué pasó anoche?, no me acuerdo de nada”; es lo que uno suele decir cuando recién comienza a resucitar. ¡Qué cosa más terrible!
Y lo es gracias a las molestias que provoca. Pues a la resaca que se tiene después una noche de juerga, ahora se suma la vergüenza por lo que tal vez hiciste. Estás en pleno combate con el dolor de cabeza, el emborrachamiento y la sed; cuando tus amigos activan la alerta.—Estuvo bueno ah. No te conocía esa faceta, me sorprendiste. ¿Te acuerdas? — ¿Qué? No entiendes nada. Y es ahí que empiezas el psicoseo con la eventual embarrada que te pudiste haber mandado. ¡No sabes dónde meterte!
"¿Hablé leseras? ¿Pelé a alguien? ¿Vomité? ¿Me caí? ¿Me quedé dormida?, o ¿todas las anteriores?” ¡Es que todo puede ser, y eso te tiene en ascuas! Es la incertidumbre de desconocer lo que pasó, y por lo mismo, las consecuencias que ello acarrearía. Son momentos de absoluta inquietud.
Estás en las manos de los otros, y no puedes hacer nada. Si eres el hazme reír de todos, existe la posibilidad de que lo saquen a colación siempre; especialmente en próximos carretes. Imagínense tener que ser recordada como la que se curó o hizo algo chistoso. ¡No, no se vale! Más aún, si sólo se trata de una broma, es peor: se aprovechan de tu amnesia para hacerte sufrir un rato.
Ya, es verdad que puede ser hasta chistoso, pero un poco de consideración: uno se está recuperando de la noche, así que tiene derecho a vegetar; sin preocuparse de otras cosas ajenas a lo físico, ¿no?
Y a ti, ¿te ha pasado?