¡La maldita primavera! Llegan las alergias, los vientos a media tarde y las depresiones. Así es, las depresiones estacionarias son una realidad, y pueden presentarse sin aviso, en ti, tus amigas o familia. ¿Veamos de qué trata?
Los Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o depresiones de primavera, son enfermedades del ánimo que afectan psicosomáticamente a nuestro cuerpo. Más allá de lo que conocemos como una depresión severa y diagnosticada, estos trastornos se dan con frecuencia a finales de invierno y principios de primavera, y si bien los factores genéticos influyen de manera notoria en este proceso, es precisamente el factor ambiente el que puede detonarlos.
Generalmente la primavera es la estación más esperada: usamos ropa más liviana, nos da calorcito, se oscurece más tarde y podemos armar panoramas después del trabajo, pues el día parece más largo. Estas cosas que vemos como ventajas, se vuelven elementos detonantes para aquellos que tienen tendencias depresivas, a tal punto que los suicidios aumentan hasta en un 30%. El aumento del sol incide en nuestro cerebro afectando nuestras hormonas: la melatonina influye en nuestro sueño y estado de ánimo, mientras que la serotonina aumenta la felicidad. En la gente con depresión, estas dos se descompensan provocando cambios físicos y anímicos.
Los síntomas de una depresión estacionaria son: deseos de comer cosas dulces o calóricas, decaimiento, aumento de sueño o problemas de sueño, desinterés, rechazo a invitaciones, te sientes enfermo, y presentas dolores musculares. Frecuentemente cosas que no deberían entristecerte lo hacen: un perrito solo en el parque, una película, una noticia triste en el diario, que te hablen fuerte o simplemente la falta de saludo de un compañero.
Para tratar este trastorno, lo principal es reconocer que algo no va bien, no tener miedo de lo que sientes y asumir que esto pronto pasara. Intenta no estar sola. Comenta lo que te pasa con quien tengan más confianza. Haz algún deporte o sal a caminar. Busca alguna actividad que te haga feliz. Duerme lo necesario; ni más, no menos. Come cosas ricas, frutas frescas, pescados y lácteos.
Importante es también saber entender a aquellos que están viviéndolo. Date un tiempo para ellos: no es que estén amurrados, estos trastornos son reales, pero no eternos. Así que ¡a poner ganas e intentar disfrutar de esta linda época!. ¿Te animas?