En el mundo no existe persona que alguna vez no experimentara una decepción, se sintiera engañada, pasada a llevar o dañada por alguien, ya sea a propósito o sin querer. También es probable que cuando te hayan herido, la otra persona no se haya tomado la molestia de considerar tus sentimientos y pedirte unas disculpas sinceras. En ese momento, no queda otra que dejar a un lado la rabia, pena o frustración y seguir adelante. Pero a veces, es más difícil de lo que parece, sobre todo considerando que las disculpas sinceras que tú creías merecer nunca llegaron ni llegarán.
Debes saber que perdonar es un acto que haces para ti. Cuando no somos capaces de perdonar a quien nos ha herido, no estamos castigando a esa persona, sino en realidad a nosotras mismas. No ser capaces de perdonar nos resta empatía, amor, felicidad y plenitud. Perdonar es poder olvidar el pasado y seguir adelante.
Depende de ti hacer un trabajo interno donde decidas de corazón perdonar a esa persona. No importa que nunca se lo digas y que nunca lo sepa. Disculpar de corazón a alguien que te hirió o se portó mal contigo, es en realidad perdonarte a ti misma, obviar tus imperfecciones y aceptarlas.
Algo que leí una vez y me hizo mucho sentido, es rezar por la persona que te hizo daño, todas las noches. Si no eres católica, no importa. Dedica unos minutos a hablarle al universo y pedirle a su energía infinita que te ayude a enviarle todas tus fuerzas positivas, para que esa persona sea feliz. De a poco lograrás sentir una empatía que cada vez más te alejará del rencor, la ira y la rabia que puedas sentir. Cuando logramos ponernos en los zapatos del otro, es imposible que sintamos odio; sería como odiarnos a nosotras mismas.
Otra técnica, es que en la comodidad de tu habitación, escribas una carta dirigida a esta persona, donde le expliques con detalle y sin tapujos todo lo que sientes respecto a ella y a lo que haya pasado. Dile sin pelos en la lengua por qué te decepcionó, por qué estás tan furiosa y qué crees que hizo mal. Vuelca toda tu rabia en esa carta y no te quedes con nada por decir. Si te sientes capaz, finaliza la carta con un perdón sincero. Deséale suerte, que sea muy feliz y hazlo de corazón. Si fue una persona importante para ti, seguramente querrás que así sea. Luego, puedes guardar esta carta o quemarla como una especie de ritual. Tu perdón se concretó y sus cenizas fueron propagadas por el viento, de alguna manera simbólica, podrás sentir el abrazo honesto de este momento.
Ya verás cómo las heridas dejan de doler cada vez más, cómo pasa el tiempo y sacas de esto una gran enseñanza. Eres maravillosa y te mereces toda la felicidad que puedas tener. Así que no le pongas frenos a su llegada.