Vivo en Coquimbo, al lado del mar; tanto que mi patio es la playa. Dos semanas antes del terremoto que nos azotó, hicimos una reunión familiar y asignamos roles en caso de terremoto. Fue algo de rutina, ya que con semejante vecino - el Océano Pacífico - siempre conviene estar prevenido. Dijimos qué hacer y dónde juntarnos, además de preparar una mochila de campamento con todo lo necesario.
Ese día, 16S, caminé mucho por toda la ciudad y llegué a mi casa a hacer el aseo. A las pocas horas llegó mi novio, como todos los días, así que decidí tirarme a la cama un rato y acurrucarme junto a él. ¡Estaba cansadísima!. De repente, la tierra comenzó a moverse. No le tengo miedo a los temblores, así es que no me moví de mi cama, pero no paraba y su intensidad aumentaba. Mi novio tomó mi mano y me puso bajo el marco de la puerta. Mi hermano estaba en la puerta de al lado, pero mi hermana pequeña - el "conchito" de la familia - estaba abajo, sola. No podía bajar las escaleras para ir por ella, ya que con suerte podía mantenerme en pie. Le grité desesperada "Jo, ponte debajo de una puerta y no te muevas de ahí, ya bajo", mientras mi novio me afirmaba. Cuando la oí decir "Ya, estoy bajo la puerta" me tranquilicé, pero seguía temblando y muy fuerte.
En un momento pensé que se iba a caer el techo de la casa. Después pensé que mi mamá estaba en la inauguración de La Pampilla, zona segura en caso de tsunami, lo cual era un hecho que iba a pasar. Las luces empezaron a apagarse y prenderse, hasta que se apagó todo y quedamos a oscuras. Sentí cómo se cayeron las cosas en el piso de abajo y también junto a mí. Cuando por fin terminó el movimiento, fui a ver a mi hermana y comencé a gritarles: "recuerden lo que tienen que hacer, nos vamos al lugar de reunión. Esto fue un terremoto", así que mis hermanos y novio hicieron lo que debían. Yo agarré mi cartera, mi notebook, una luz de emergencia y nos fuimos.
¡Primera vez en mi vida que subo tan rápido esa calle!. Yo llevaba a mi perro y con la otra mano llamaba a mis papás. Cuando pude comunicarme, sólo dije "estamos bien, nos vemos en el lugar acordado". Mientras subíamos a zona segura había mucha gente con miedo, no sabían qué hacer y yo les decía "evacuen, salgan de acá, hay que subir". Nosotros ya íbamos a mitad del camino cuando sonaron nuestros celulares: "alarma del SHOA, inicie evacuación". Sí, algo irónico, pero por lo menos a la gente que se preguntaba qué hacer le llegó la respuesta. Esa noche dormimos afuera: temblaba cada 5 minutos. Toda la noche se sintieron réplicas (aún se sienten todos lo días y me han pillado en los peores lugares) No pudimos volver a la casa, pues no había luz. Afortunadamente abrieron un almacén y compramos una bebida de 1,5 lts, papas fritas y chocolate, eso por la módica suma de $8.000. ¡Un robo!.
Es primera vez que vivo un terremoto así y puedo decirles con certeza que es angustiante. Pero la verdad, cuando logramos estar todos juntos en el lugar establecido para la evacuación, todo me dio igual: estaba con mi familia, con las personas que más amo en el mundo y ya nada tan malo podría pasar.