Aunque a muchas les generan gran temor, yo reconozco que a mí me encantan las tormentas eléctricas. Adoro ver la luz de un rayo y anticiparme a la llegada del trueno, escuchando su sonido inquietante. Siento que estos “eventos” le dan sabor al mal clima y la lluvia, ya que éstos suelen limitar en demasía nuestras actividades. No digo que los relámpagos no lo hagan, pero al menos le dan más adrenalina a nuestro día.
Imposible resistir la tentación de pararnos junto a la ventana y “cazar” con una cámara fotográfica a aquellas luces juguetonas que iluminan el cielo. Detectar quizás dónde aparecerán, para capturarlas en una imagen. Las tormentas son un fenómeno climático inusual, ya que no es común verlas siempre que llueve. En Santiago, al menos, se asemejan al granizo, escaso, extraordinario, por lo que contemplarlas no debiese ser motivo de preocupación y temor, sino de fascinación. Porque ¡pucha que son lindas! Además, ¿qué mejor escenario para una sesión hot de regaloneo? ¡Díganme que ninguna lo pensó!
Por eso, reconozco que las tormentas eléctricas me deslumbran como a una niña y le dan alegría a mi día. A ti, ¿también te gustan?