Dicen que las relaciones de amistad más duraderas son las que cultivamos en nuestra infancia, específicamente en la etapa del colegio. Las relaciones de pareja más sólidas son las que se dan desde los 27 años en adelante, cuando la mayoría de las personas ha alcanzado cierto grado de madurez.
La verdad es que no hay una edad específica en la cual las personas creemos relaciones más fuertes, sino que esto se define por un equilibrio interno, que nos permite estar tranquilos y conformes con las distintas áreas de nuestra vida.
Cuando sentimos que estamos donde queremos estar laboralmente hablando, si nos hallamos conformes con nosotros mismos, el corazón está contento y somos capaces de tomarnos la vida con liviandad; recién ahí podemos enfocar todas nuestras energías en cultivar relaciones consistentes. Sólo entonces estaremos dispuestos a escuchar, a ceder y a reparar. Seremos más conscientes de las consecuencias de nuestros actos y menos soberbios, como para entender que en las relaciones - ya sean de amistad o amorosas - el éxito depende de ambas partes. Eso significa que también podemos cometer errores y solucionarlos poniendo de nuestra parte; por ejemplo, cambiando hábitos negativos que nos dañen.
Trabajar en lo que te gusta, realizar actividades que te llenan, poder dedicarte a tu hobbie o incluso vivir de él, son cosas que te hacen feliz. Todo esto trae como resultado una mente y corazón abiertos, dispuestos a afianzar lazos y potenciar las relaciones con los que te rodean.
Cuando uno no está bien consigo mismo, difícilmente lo estará con el resto. Por lo mismo, el paso número uno para construir relaciones indestructibles con los demás, es tener la mejor relación posible con nuestro yo interno. Teniendo resueltas las áreas de nuestra vida, tendremos todo el tiempo y disponibilidad del mundo para enfocarnos en los que tenemos al lado, que pueden ser los amigos, la pareja, la familia e inclusive los compañeros de trabajo o gente que estamos recién conociendo.
La pregunta ahora es, ¿cómo logro entonces llegar a esa etapa de plena satisfacción con lo que soy como persona y lo que estoy viviendo? El primer signo nos lo dará nuestro cuerpo. Cuando algo no está bien o no es para ti, tu cuerpo es capaz de hacértelo notar, ya sea con cansancio, algún dolor extraño e incluso ese apretón de guata que sentimos a veces. Ese es el momento de cambiar lo que sea que estés haciendo y dirigirlo hacia lo que realmente quieres. Deja ese trabajo que no te gusta, no te juntes más con esa persona roba-energías, cámbiale el color que odias a la pared de tu baño.
Los pequeños detalles harán la diferencia para que entres en estado de equilibrio. Cuando lo logres, te darás cuenta de que estar bien y afianzado con los que te rodean no es un esfuerzo, sino que se dará como algo natural. Todo, porque conseguiste que para ti sea natural sentirte bien con tu vida.