¿Confiar plenamente en alguien? No es tarea fácil, sino todo lo contrario.
Siempre recuerdo el consejo de mi hermosa mamá, quien me decía: 'Mitad mente, mitad corazón'. ¡Cuánta razón tenía!. Porque claro, nos enganchamos de alguien, adoramos a las mejores amigas, pensamos que la familia que tenemos es ideal y que pensamos que esos seres queridos nunca nos fallarán. Nos abrimos por completo a ellos, contándoles todos nuestros secretos.
¡No pues!, permitámonos ser una cajita de Pandora y no un libro abierto, ya que de esta forma es menos probable que nos pasen a llevar. No digo que todos los que nos rodean sean malos y monstruosos, pero a veces el camino dispone de grandes sorpresas, las que por cierto, no son nada de gratas.
Hay muchas formas de vulnerar tu privacidad y no solamente metiéndose en tu casa. Por ejemplo, que tus familiares se inmiscuyan en lo que no les corresponde o inventen cosas que jamás han sido ciertas respecto a ti. Con esas actitudes entran en tu mundo íntimo, logrando que jamás vuelvas a confiar en ellos. Es como si una amiga llegara a tu casa y comenzara a abrir tus cajones para ver qué ropa le puedes prestar. O bien, que uno de tus amigos - incluso tu pareja - se coloque a revisar absolutamente todo lo que guardas en tu laptop, hasta conversaciones de hace años. ¡¿Para qué?!
Puede que no tengamos los secretos del Vaticano, pero es nuestro mundo interior, la privacidad y eso no se hace. ¡Es lejos unas de las cosas más feas! Sin duda, lo único que conseguirán estas personas es que no queramos hablarles más, en el fondo: ¡sacarlos de nuestras vidas, y con harto mérito por demás!
Ahora, hay que ser bien estúpida para soportarlo y dejar que lo sigan haciendo. Quizás algunas hayamos pasado por eso y el amor que sentimos nuestros familiares, amigos o parejas nos impide poner freno, pero a mi parecer un ¡stop! es esencial. No se hace y punto; no se permite y no hay nada más que hablar. ¿Ven, amigas?, así de fácil es detener a estos usurpadores de secretos, o más bien, de lo más íntimo y sagrado que tenemos: nuestra privacidad.