Ya se ha vuelto una costumbre. Diariamente ingresamos a Facebook, inspeccionamos la sección Noticias y ahí están: los amigos que ventilan sus problemas con estados pesimistas, de queja, denuncia, etcétera. Ustedes saben, los típicos de los que uno se entera de su vida completa a través de sus publicaciones. ¿Y qué hay con eso? ¿Es bueno? ¿Es malo? Ni lo uno ni lo otro.
Pues lo más importante es considerar que hablar tanto implica asumir las consecuencias de lo que elegimos publicar. Entre ellas, una hiper común: que la gente opine, aprobando, reprobando o aportando en los estados que ponemos en esta plataforma.
La razón es súper simple: Facebook es una red social, por lo que publicar ahí significa aceptar que cualquier amigo comente lo que quiera (no por nada, impedirlo es engorroso). Y convengamos que a veces son aportes; pero también opiniones desagradables, que generan que reacciones con un “¿qué se meten en mi vida?”, ¿no? Bueno, es que es el costo de exponerla ahí, precisamente el costo de expresarse espontáneamente. Y si no estamos dispuestos a bancarlo, entonces no hay para qué contar tanto.
Ya, es cierto que a veces se peca de impulsiva, al gritar a los 4 vientos lo que nos ocurre, porque hasta alivia. Sin embargo, estar consciente sirve para pensar un poco más antes de presionar el enter, para titubear cuántas veces sea necesario. Así es como nos evitamos varios malos ratos y arrepentimientos posteriores, pues.
Y ojo que no se trata de “hacerse la importante”, como oí la otra vez. Es filtrar lo que se publica, seleccionando sólo lo que se quiere mostrar. Lo ideal es que sea haga considerando los pro y los contra, para que la elección final sea la que más nos acomoda.
Y tú, ¿qué opinas?