Las emociones siempre han sido un terreno difícil de entender y controlar. Si bien cada uno se enfrenta de distintas maneras respecto a los problemas cotidianos, este encuentro se complica cuando la situación sobrepasa al afectado.
Ojalá el ser humano pudiese estar siempre inserto en un estado de felicidad, pero de sobra sabemos que es difícil conseguirlo: estamos hechos para sentir, sin embargo, es importante aprender sobrellevar cada emoción. Ni contar hasta diez, ni pegarle a la pared: a continuación toma nota de estos 6 útiles consejos que te ayudarán a trabajar con el control de las emociones.
1. Decidir actuar
¿Alguna vez te has preguntado si realmente eres tú quien tiene control de sus emociones o ellas están por encima de ti?. Si sientes que tus sentimientos son los responsables de mover los hilitos de tu vida, lo primero que debes hacer -para conseguir un cambio- es analizar cada situación en las que te has encontrado limitado por lo que sientes.
¿Por qué me deprimo?, ¿por qué me angustio?, ¿de qué manera afecta esto en mi diario vivir?. La reflexión es una práctica que ayuda a analizar escenarios y amarrar los cables sueltos de tu vida.
2. Aprender a diferenciar y a ser asertivos
Aunque no lo creas, las emociones que suelen manifestarse con más reiteración son el miedo, tristeza, alegría y enojo. De ahí, se abre un extenso abanico que incluye a otras que están relacionadas. Sin embargo, es la forma en que interpretamos esos estados la que finalmente nos guía al momento de trabajar el sentimiento y decidir si queremos usarlo de manera positiva o negativa.
El miedo suele asociarse a un estado negativo, pero sin esta reacción emocional de seguro ya estaríamos muertos. Por ejemplo, sentir temor durante el primer día de trabajo puede apoderarse por completo de tu cuerpo e impedirte un buen desempeño laboral. Por otro lado, puede ser el impulso que necesitamos para no fallar y ser todavía más eficientes. Tú decides.
3. Distraer tu mente
Hay emociones más fuertes que otras y, sin dudas, una de esas es la tristeza que se puede extender por días y semanas. Una buena forma de desviar la pena es realizando alguna actividad que nos alimente mentalmente. No todos son grandes artistas, pero el tomar un lápiz y papel, garabatear un poco o simplemente colorear será de gran ayuda.
Incluso, puedes escuchar música que te traiga buenos recuerdos o reconforte el alma. Escribir en un diario de vida también es una buena terapia: te ayuda a almacenar la emoción, para analizarla luego con la cabeza más fría.
4. Salir, caminar y liberar estrés
Mientras más estresados estamos, más complejo resulta controlarnos. No necesitamos de un viaje a un lago o isla paradisíaca para sentirnos plenos; a veces, tenemos el sitio ideal al lado de nuestra casa.
Si sientes que tu autocontrol se manifiesta en niveles escasos o nulos frente a una situación difícil, ve al parque, túmbate en el pasto o en una banca y respira. Cosas tan simples como mirar el cielo o recibir rayos solares, puede ayudarte a ser objetivo y desprender el lado negativo de tu problema.
5. Ponerte en el lugar del otro
Una de las prácticas más complicadas de llevar a cabo por las personas es la capacidad de desprenderse del rol propio y ser empáticos con los demás. Por ejemplo, cuando regañas o insultas a alguien, realmente no estás dimensionando en el peso que pueda tener esas palabras. Hay que comprender que el enojo no es una emoción mala: simplemente es otra herramienta que tenemos para enfrentarnos ante una situación. El problema es cuando esa emoción nos transforma en alguien que no somos.
Nunca olvides que las palabras pueden doler más que un golpe. Meditar lo que vamos a decir, pensar en el peso de nuestro lenguaje y acciones, son maneras básicas de ponerse en el lugar de los demás.
6. Acudir a un especialista
Si el manejo de tus emociones te sobrepasa, puedes buscar ayuda en alguien que sepa del tema: ya sea un psicólogo u otro tipo de terapeuta. Existen un sinfín de tratamientos que pueden ayudar a entenderte y liberarte, incluso con métodos no invasivos y naturales como las flores de bach, el reiki y la bioenergía.
Y tú, ¿tienes el control de tus emociones?