"¿Sabes qué, cabrita?. ¡No me llames más! Me tienes aburrida con tus atados y no estoy de humor para hablar". ¿Qué? ¡Plop!, o te enojas, o te pones a llorar o te ríes a carcajadas y no pescas. Pero en el fondo, das vuelta la página e igual toleras a esa amiga media loca o que tiene un carácter que te lo encargo, jaja.
Muchas de nosotras podemos estar realmente chatas de algunas de nuestras partners, ya sea porque nos sacan de quicio con su obsesión por un mino y nos hablan de él todo el rato o porque les da la cuerda con otro tema y se quedan pegadas con eso.
A cualquiera lo colapsa una conversación monotemática, mientras ve que la otra persona no hace nada por avanzar. Eso es cierto, pero también lo es que ese amor, cariño y complicidad tan grandes que tienes con tu amiga te hará estar vinculada a ella sí o sí y no dejarla de lado.
También puedes encontrarte con otras compañeras muy, pero muy mal genio y con un carácter que prefieres salir corriendo. Pero, ¡para qué estamos con cosas!. La quieres igual. Y la seguirás queriendo, aunque te mande a la punta del cerro mil veces, porque sabes que ella te necesita o sabes está pasando por algún mal momento. Tu deber como amiga es acompañarla y ayudarla.
La amistad es uno de los regalos más hermosos que puede darnos la vida. Debemos saber cuidar a nuestras partners, ya que los pololos pueden pasar y la familia no sabes qué sorpresas puede darte: quizás es muy buena o tal vez cuentes con amigos mentirosos que quieren perjudicarte. Pero las amigas son esos angelitos que siempre, pero siempre estarán a nuestro lado. Y cómo no, si conocen por completo tus secretos, tus amores, tus penas, tus alegrías y nunca dejarán de apoyarte.
Por eso las aguantamos, aunque tengan mal genio: ¡porque están en todas y las adoramos!