Recuerdo mi primera visita a una cafetería VIP. De esas que con mucha onda escriben tu nombre en el vasito, cuentan con cómodos sillones, Wi-Fi y una amplia variedad en su catálogo. Había discutido con mi pololo por cosas menores y andaba un poco bajoneada, así es que una amiga me propuso disfrutar de este brebaje en el local de moda, para “endulzar un poco la vida”.
Pensé que un buen café no me vendría nada mal. Llevaba alrededor de $1500 en mi bolsillo, así es que - calculé - me alcanzaría para un capuccino vainilla y quizás, un pastelito. Pero ¡oh, sorpresa!: bastó con entrar para ver que hasta una medialuna estaba muy por encima de mi presupuesto. Creo que la bebida más económica bordeaba los 3500 pesos, y las había de distintos sabores, colores y diseños.
Reconozco que me mareé un poco al ver tanta oferta, espuma, decoraciones, tonalidades y nombres “en gringo”. Mi amiga se ofreció a aportar con el monto que me faltara para que “viviera la experiencia” de la marca. Como mi viejita siempre me enseñó a no abusar de las invitaciones escogiendo algo oneroso, opté por el café más conveniente de la carta. Aunque suene muy “carmelo” de mi parte, me quedé un buen rato pegada e impresionada de que ¡tuviera hielo!. Si me preguntan por el sabor, estaba bastante bueno.
Sonrío al recordar dicha experiencia, pensando que soy la única que dio jugo en la primera visita. Sin embargo, hoy también le pasó a mi hermana, lo que me lleva a pensar que tal vez hayan más de "nuestra especie". Y tú, ¿eres una de ellas? ¿Cómo fue tu primera visita a un café VIP?