Tengo un recuerdo que pasa por mi cabeza y cada vez que viene me río a carcajadas, por lo pava que fui. Sucedió cuando estaba en la Universidad. Yo iba lo más relajada con mi papá en el auto, conversando feliz de la vida. En ese tiempo aprovechaba de irme con él, ya que mi U quedaba cerquita de su lugar de trabajo y así podíamos compartir más aún.
Me bajé del auto y comencé a subir las escaleras para entrar a mi lugar de estudios. Me sentía un tanto extraña al caminar, entonces miré hacia abajo y... ¡ahh, rayos y centellas, trágame tierra! ¡Estaba con pantuflas! ¡Sí amigas, de esas para levantarse, más encima con monitos!
Es que no podía ser; quería pensar que estaba soñando, onda 'pellizquenme, porfa, para saber si estoy despierta'. Y sí, era verdad: estaba parada frente a mi Universidad con este particular calzado, pero nadie se había dado cuenta hasta ese minuto.
Me fui volando al baño, como si me hubiesen prendido en un cohete rumbo al cielo y luego llamé a una de mis mejores amigas para que fuera en mi auxilio. El problema es que no pudo ayudarme, ya que no consiguió zapatos por ningún lado y menos de mi talla. ¿Qué más podía hacer? si más encima en ese tiempo vivía fuera de Santiago. Estaba realmente resignada a andar con pantuflas todo el día, porque las clases eran importantes y previas a una prueba de esa semana.
¡No me quedó otra que imponer una nueva moda! Me armé de valor, muy cara de palo y salí del baño. Luego llegué donde mi grupo de amigos y ellos sí lo notaron, porque ya era evidente que caminaba en forma rara. "¡Pero Caro, qué onda!, ¿se te soltó un tornillo o crees que todavía estas pegada en la cama?". "¡No, es la nueva moda!", respondí con la mayor gracia. Lo bueno es que en esa época andaba una niña con un mono de peluche para todos lados, así que ¡no era la única loca!
Y a alguna ¿le ha pasado algo así de bizarro?