Aunque me tilden de loca o de tener una variante del mal de Diógenes; lo confieso aquí y ahora: amo acumular la ropa que no uso. Y a mucha honra, por lo demás. Jaja.
Es que las prendas no son cualquier cosa para mí, sino al contrario: son algo súper importante, porque tienen un valor simbólico. Cada una representa un tesoro digno de guardar, pues cuenta con significados re potentes de mi vida. Siempre evocan algo sobre distintos momentos de mi vida; ya sean bonitos, feos, chistosos, etcétera.
Por eso que empecé a guardar toda la ropa, independiente de si existía la posibilidad de ocuparla de nuevo. Podía ser del año I, quedarme chica o estar inservible; pero igual la conservaba como hueso santo. Es que lo que traía consigo era lo importante.
Así que como se imaginarán, con el tiempo mi clóset se fue engrosando hasta más no poder. Ahora está más lleno de pilchas viejas que de nuevas, porque tampoco me compro tanta ropa. Hay de todo: jeans, mini faldas, vestidos, chalecos, poleras, pañuelos, y quien sabe qué más. Jaja, supongo que mi ropero se ha convertido en un verdadero museo.
Pero bueno, para ser sincera; en la casa me molestan con que tengo el mal de Diógenes o algo parecido, y a mí me da igual. Total, me gratifica guardar esa ropa que no ocupo.
Y tú, ¿acumulas las prendas que no usas?