Reconocer un baño de chicas es fácil. Claro, lo dice alguien que ha vivido con hasta 5 mujeres en la casa, pero para alguien que pasa de estar sólo a compartir el departamento con su chica, puede ser un descubrimiento… drástico.
El baño de un hombre siempre tiende a los colores más neutros: cortinas azules, grises, un basurero de metal o plástico. Entre los colores ya descritos, una peineta, dos jabones (uno para la ducha y otro para el lavamanos); el cepillo y la pasta de dientes, el enjuague bucal, el desodorante, el after shave, la espuma de afeitar y la máquina (o rasuradora). Con suerte, si es precavido, una botella de alcohol y algodón, por si se corta.
En cambio, el baño de mujeres es otro mundo. De partida, siempre huele a frutas. Da lo mismo si les gustan las manzanas, las naranjas, el limón o las frutillas, siempre hay olor a naturaleza. Algunas ponen desodorante ambiental - ese con temporizador- y otras ponen cajitas de flores secas que expelen aromas. La cosa es que en todo momento huele bien.
Luego, encontramos una gran variedad de frascos, de todos los tamaños formas y colores, que incluyen cremas - para el día, la noche, los ojos, el cuerpo, las manos y los pies -, shampoos, bálsamos, cremas para peinar, las tinturas, el blondon, (¿todavía existe esa cuestión hedionda para “aclarar los bigotes”?) y… los perfumes. Que éste es más fresco para el fin de semana, este otro va con mi PH… Ay… mis hermanas… Agradezco al cielo que a mi señora le gustan un par, con aromas bien definidos. No es una “coleccionista de botellas”.
Hasta ahora vamos suave, pero comenzamos la parte tortuosa: el pelo. Algunas se lo planchan, otras se lo enroscan, ¡nunca están conformes! Se lo tiñen, se lo cortan, lo secan. Ahí están, generalmente en el cajón del vanitorio, todos esos aparatos electrónicos para hacerlo sufrir. ¡Y después se quejan porque se les cae!.
Las pinturas están por todas partes: en una cajita encima del estanque, en el botiquín, en el mueblecito con el espejo. Aparecen los rouges, las bases (cuando las veo, parece que se echaran arcilla en la cara), las máscaras de pestañas, los rimmel, el corrector de ojeras. De más está decir que tienen varios de todo, porque la ocasión lo amerita: maquillaje de día, de noche, para un cóctel… todo es distinto, aunque uno las vea lindas igual.
Y falta la peor parte: ¡la sala de torturas!. Ellas dicen que para ser bellas, hay que ver estrellas... y a veces es muy literal el concepto. ¿Depilarse? La cera es un suplicio, jajaja. Aún recuerdo a mis hermanas gritar y salir con las piernas rojas. Claro, después se ponían hielo o toallas mojadas y se les pasaba. ¿Encresparse las pestañas? Antes, lo hacían con una cuchara de café. Ahora venden esos encrespadores, que de seguro a más de una se las ha cortado (sobre todo esos baratitos, que venden en la calle y vienen con un sticker de pegado para “suavizar” el golpe, pero se sale al primer uso y se convierte en una navaja).
Todas estas cosas y más se pueden encontrar en un baño de chicas... El misterio está resuelto… lo que comienza con un limpio y agradable olor a frutas… puede terminar siendo, literalmente, una sala de tortura.