¡Qué cosa más incómoda cuando estás con alguien, y se produce un silencio! Por eso, muchas veces tenemos ganas de romper el hielo: es decir, acabar con esa tensión que inhibe que interactuemos fluidamente con un desconocido. Pero ¿cómo hacerlo? He aquí unos tips.
Antes que todo, lo más importante es que estés interesada (porque quieres o porque debes), para que no se note forzado. Sabemos que es una lata hacer algo por estar obligada, ¿no?. Bueno.
Resuelto eso, la primera sugerencia es identificar el contexto en el que estás. O sea, chequear bien cuál es el lugar, la hora, el ambiente, etcétera. Porque no es lo mismo distenderse en una oficina en donde todos son muy serios, a hacerlo en una fiesta. Por eso, la idea es que este ejercicio dé una panorámica de lo que ocurre, y que te sirva de guía después.
Otra recomendación es que mires a la persona para imaginar más menos cómo es. Es verdad que una mera impresión no basta para conocer a alguien; pero en este caso, al menos te armará un dibujo de lo que podría ser. Quizás por sus gestos la percibes tímida, risueña, o seria… En fin, tú ves.
También es súper útil que analices cómo adecuar tus características a la situación que enfrentas; es decir, al contexto y al tipo de desconocido. Por ejemplo, si eres muy extrovertida, detectar la manera de adaptarlo al tipo ambiente que te toca. La ventaja de este tip, es que podría mostrarte el punto de encuentro entre tu personalidad y la circunstancia.
¿Y lo final? El pasó más importante: elegir qué hacer. Con el filtro que aplicaste antes, la idea es que ahora selecciones la acción que más te acomode. Quizás tirar una talla, preguntar una cosa, pedir una opinión….Uf, las opciones son muchas. Sólo anímate a hacer la que te tinca.
Y a ti, ¿se te ocurre otra sugerencia?