Cuando eres padre cambia todo, absolutamente todo, nada es igual y es para mejor. Tu hijo o hija es el amor de tu vida, es algo que nunca cambiará, pase lo que pase. Uno espera que todo sea para siempre, que los padres vivan para siempre, que tu señora viva y esté a tu lado para siempre, pero lamentablemente no siempre pasa. Vivimos en un mundo donde los padres no son inmortales y existen más divorcios y separaciones que matrimonios o emparejamientos; pero un hijo nunca dejará de serlo.
En mi caso, reconozco que la paternidad me pillo verde de inmaduro. No tenía mi futuro profesional resuelto y era más un cacho que una ayuda… pero desde el principio, por él lo di todo. Verlo nacer fue lejos la experiencia más linda de mi vida, nada se compara a ver nacer a tu hijo desde el vientre materno. Amo de sobremanera a su madre, pero mi hijo es la luz de mis ojos.
Aprendí a mudar gracias a mi sobrino, con él hice la práctica, que me llevó a pasar sin traumas ese tema. Pero para el que no sabe, es un cambio drástico. Hay que saber levantarse en la madrugada para darle su papa y saber hacerla también… no es sólo echar agua y la leche en polvo… hay que batirla para que no se generen grumos, esperar la temperatura perfecta, que el bebé no se queme ni que tome la leche helada, aprender a sacarle los chanchitos y… mudarlo.
Gracias al cielo existen los pañales desechables, no me imagino cómo lo hacía mi mamá con mis hermanas con los famosos pañales de tela. Ahora es fácil. El pañal, se dobla sobre sí mismo (se forma una pelota dejando el contenido sólido o líquido entremedio, y se asegura con las cintas, para luego irse a la basura… y encesta (jajaja, practicas básquetbol, lanzando los pañales en el basurero). Las toallitas húmedas son otro “milagro moderno”. Sirven para todo, para limpiar al niño, limpiar el cubrecamas, si ocurre un “accidente”, como que el niño se te arranque y deje la grande por la cama. (Prohibidos los cubrecamas blancos, hagas lo que hagas se notará igual)
Todo cambia, uno debe volverse un todoterreno, debes hacer de todo para que él esté bien. Alimentarlo, mudarlo, jugar con él, aprenderte canciones de sus monitos favoritos, ver hasta el cansancio sus películas y estar dispuesto a jugar con él a toda hora. Ni hablar cuando se enferman. No existe horario, si estás cansado o lo que sea. Te duele verlo toser o hacerse una herida, te sientes pésimo cuando está con fiebre y haces cualquier cosa para bajársela, vas a comprar remedios en la madrugada, te vas a la urgencia a cualquier hora… en fin, haces lo que sea por su bienestar.
Algunas pueden estar pensando, que soy ultra aprensivo, pero no. Creo que tiene que jugar, ensuciarse, sé que va a caerse andando en bicicleta o jugando a la pelota, sus rodillas y codos sufrirán las consecuencias por encaramarse donde no debe o por practicar un deporte una y otra vez. Se va a caer de un árbol o se meterá a jugar en el barro. Estoy dispuesto a verlo y a apoyarlo en todo lo que él quiera, pero uno también sufre cuando lo escucha llorar, es un sentimiento que no es privativo de las madres… aunque la procesión vaya por dentro y uno deba ser ágil y frío de mente para resolver. Si se cayó o se enfermó, a la clínica… si se pegó en la cabeza, hay que tenerlo en observación y si presenta mareos o vómitos, volar con él a la urgencia. Si hay un temblor, si tiene miedo, si no puede dormir...uno debe ser una mezcla de boy scout y un héroe. Estar siempre dispuesto a correr en caso de necesidad.
Pero su sonrisa maravillosa vale todo el sacrificio. Es un aprendizaje duro, muchas veces te equivocas y te obligan a madurar de golpe. Pero ahí estoy, acompañándolo en su crecimiento y viendo con orgullo que mi bebé, ya es “un niño grande”, que invita a amigos a jugar a la casa y que entrará al colegio en marzo próximo. Es mi vida, mi orgullo y estoy feliz de que las cosas hayan cambiado, de ser padre, su padre.