Es verdad que las amigas se conocen tan bien que deberían saber casi todo de la otra. Sin embargo, hay cosas que por más obvias que parezcan, no lo son. Tal es el caso de adivinar lo que la otra está pensando. ¡Es que es imposible hacerlo, sí! Pero lo peor es que nuestra partner se enoja cuando eso ocurre. Ay.
Bueno. La típica es que se pone a recriminarnos por el desaire. “¿Qué? ¿Cómo que no lo imaginaste? Es increíble que no lo hayas hecho”. Es que para ella es inconcebible que desconozcamos lo que quiere, pues lo siente como una desatención.
Frente a eso, una sólo trata de excusarse. “Te juro que no capté. Perdón”. Queremos evitar un discusión a toda cosa, pero hacemos todo lo contrario cuando evocamos el por qué pasó lo que pasó. “Es que no me dijiste”.
Ah no, y ahí es cuando a veces queda la crema: nuestra amiga se siente el doble, y empieza a hacernos la ley del hielo. Nosotras sufrimos, porque a nadie le gusta estar peleado con quien quiere. Es bien doloroso tener a la amiga y mantener la distancia. ¡Es como si nos estuviéramos alejando inevitablemente!
Sin embargo, todo cambia para bien con el tiempo. Pasan unos días, y ella regresa a la normalidad. Vuelve a ser la de siempre. Lo notamos cuando empieza a hablarnos de poco. Ahí captamos que la reconciliación es posible, así que pensamos: “¡Qué alivio que las cosas sean como antes!” Bueno, con mal rato y todo. Total, será. Son cosas que ocurren.
Y a ti, ¿te ha pasado que tu amiga se enoje porque no adivinas lo que piensa?