En la vida de toda mujer, hay cumpleaños que quisiéramos que no llegaran nunca. Son etapas que suelen ser determinantes, porque socialmente tienen una carga que no necesariamente es positiva. La llegada de los 30 implica mucho más que cumplir un año y juramos que representará el abandono definitivo del espíritu libre, divertido, relax y despreocupado de la veinteañera, para pasar a ser una predecible, trabajólica, rutinaria y apagada treintañera (o al menos, ese es el rollo que nos pasamos varias).
El tema no debería inquietarnos, porque sabemos que independiente de la edad que tengamos, somos nosotras quienes escribimos nuestra historia. Pero cuando se cumple un número terminado en cero, siempre existen temores asociados a lo desconocido, sobre todo considerando el lavado de cerebro que la sociedad intenta inculcarnos respecto al hecho de llegar a los 30.
A continuación, algunos de los rollos que comenzamos a pasarnos cuando los 30 nos acechan
1. Que junto con la llegada de los 30, la vida comienza a ser aburrida
Cuando estamos en los veintitantos, tenemos las emociones a flor de piel y la intensidad suele guiarnos, en muchos aspectos. Pero al acercarnos a los 30, nos atemoriza el perder esas cosquillitas en la panza y los latidos rápidos en el corazón, porque asumimos que cumpliendo 3 décadas, la vida se transformará por arte de magia en algo tedioso. Que los días de una persona se tornen aburridos, es a consecuencia de las elecciones que haga y no de la edad que tenga.
2. Que al cumplir 30, necesariamente deberás ser exitosa y tener cumplidas gran parte de tus metas
Recuerdo haber leído alguna vez en un estudio (de esos que juran que condicionarán nuestra existencia y que son escritos por gente sin vida) que aquellos que no habían logrado alcanzar el éxito a los 30 y no tenían al menos el 50 por ciento de sus metas cumplidas, estaban destinadas a ser mediocres. Si estás en los 29 y aún no concretaste tus expectativas, imagínate de qué manera deberías correr y forzar tu vida, para llegar a las 3 décadas acompañada del éxito. La felicidad, la plenitud, el hacer lo que quieres, viajar, dormir, soñar, no tienen relación alguna con la edad. Si tu propósito es ser exitosa, lo conseguirás teniendo 30, 40 o 60 años, porque dependerá del esfuerzo que tú inviertas en ello.
3. A los 30, necesariamente se debe sentar cabeza
A medida que te acercas a los 30, eres testigo de matrimonios, embarazos, hijos y más hijos, ya que tu entorno cercano comienza a formar familia. Pero cuando estás a las puertas de los 30 y no te interesa el tener hijos, casarte o siquiera buscar una pareja estable, te preguntas si tu reloj biológico perdió su pila, si salió fallado o si necesariamente a los 30 deberías comenzar a planificar tu vida en torno al concepto de familia.
4. Que si eres infantil, alegre o espontánea, deberás abandonar tu forma de ser (por no encajar con la definición de una treintona)
Insisto, por alguna razón ajena a mi entendimiento, tenemos el concepto de que cumplir los 30 implica convertirse en una persona seria, aburrida y adulta fome. Antes de cumplir los 30, me cuestioné si debía abandonar la onda de los videojuegos, dejar de ver dibujos animados o sacar del clóset mis pilchas más vistosas, para dar paso a un vestuario más formal y acorde a mi edad. Pero cuando estuve de cumpleaños, pasaron las 12 de la noche y los 30 llegaron para quedarse, descubrí que me sentía igual que hace una hora atrás (cuando tenía 29) y que no quería dejar de ser yo.
5. Si estás soltera, que las posibilidades de conocer al amor de la vida, se reducen al mínimo
Con tantos dichos sobre vestir santos, perder el tren o llegar tarde a Melipilla, terminamos creyendo que si la soltería nos lleva de la mano a los 30, será nuestra compañera por un largo e indefinido tiempo. Nos empezamos a urgir, porque a pesar de que algunas disfrutamos la soledad, no sabemos si es lo que realmente queremos para el resto de nuestros días. Entonces, pasan por nuestra cabeza una serie de ideas poco asertivas, como pololear con alguno de tus amigos para no estar sola, darle pelota a ese compañero de trabajo que es más pecoro que todos los hombres juntos, o salir a cazar desesperadamente, a la disco más cercana.
Por experiencia propia, les recomiendo no ponerse tristes o preocuparse demasiado cuando los 30 se acercan cada vez más. No es una mala edad y todo depende del rumbo que quieras darle a tu vida. No dejes que los comentarios u opiniones chaqueteras del resto te lleven a abandonar tu esencia.