Cansada… Sí. Cada día. Cada momento. Y cada vez más frecuentemente. Pero por ratos, o quizá nada, porque algo muy potente me recupera. Tal vez convertirme en madre me ayudó a sacar las garras, y yo no me rindo. Esa dualidad de humana tan sensible y fiera, es parte de una compleja porfía contra mis propios límites. Y me gusta. Aunque a veces serpentee ese estado tan recurrente de nuestra estresada sociedad, soy tajante: no me gusta el cansancio. “Agotada” no es una palabra para mí. Soy mujer, trabajadora, estudiante, esposa y madre, y cumplo regio todos roles que he escogido para crecer. Fijarme desafíos es una especie de juego medio borderline que me identifica, y que necesito porque no puedo estar quieta. Ni quiero.
Llámenlo porfía, desorden o quizá mera falta de asertividad, pero ese humilde complejo de supermujer no es sólo mío. Somos millones las leonas que salimos cada mañana a buscar el sustento, y eso nos refuerza la resistencia, mientras genera oportunidades. Pocas veces decimos que “no”, porque ya no nos conformamos con el “no puedes” o “no alcanza”.
Particularmente, no viviría tranquila en la privación. Así es como me vacío por completo en mi trabajo, y me esmero de igual manera por mi casa, por mi marido, por mis estudios y desde luego, por mi tesoro sin igual: mi hijo. Llámese esto “fortaleza” o no, yo manejo mis capacidades, y les saco lustre. Un dolor de pies o una jaqueca no son motivo para incumplir ni para incumplirme.
Y tampoco es que abarque el mundo, pero sí armo el mío, y en él está todo lo que quiero ser y hacer. No concibo a la mujer relegada a una “función” impuesta como norma del destino, o a lo que sea que la encapsule en un aislamiento, imposibilitada de las infinitas opciones que tiene una persona, para probarse y elegir lo que le plazca. Desde la mínima libertad para elegir lo que se pone, o cómo va a darse el tiempo con su pareja, para ser una amante total.
Por otra parte, los tiempos no están para regodearse, y es ideal que cada miembro de la pareja, trabaje y tenga sus espacios de sana interacción, porque sin esas vivencias particulares, las relaciones no tienen temas. Las chicas maduras de hoy queremos superarnos, y siempre anteponemos a la familia y a los hijos, ese discurso público fundado en la necesidad de “avanzar”, mas todo debe partir por y para ti. Es normal que las energías mengüen, pero mi clave es: equilibrio y amor propio. Ese autorespeto se nota en una autoestima mejorada, que brinda momentos de mayor calidad.
Si un día no alcanzas a lavar toda la ropa, o si quieres dormir una siesta, relájate. Pero que no te digan que hay algo que no puedes hacer. Abrázate con amor propio, y ¡atrévete!. La vida es sentir y hacer. Para funcionar o echarse a perder, están las máquinas. Una mujer es una cajita de inagotables bendiciones y exquisitas sorpresas. Puedes ser y hacer, todo lo que desees.
¿Cuál es ese próximo desafío que tienes en mente? ¿Qué esperas para ir por él?