Tomé prestado el título de la obra de mi colega García Márquez (por lo de periodista, claramente, ya que estoy a años luz de ser escritor y genio), para referirme a una telecebolla que ha tomado ribetes bastante “sui generis”, por decir lo menos. El quiebre Vicuña-Ardohaín, que fue avisado a los 4 vientos y con letras de liquidación, tal como comenzó.
Hace más de una década, el prometedor actor nacional Benjamín Vicuña, cruzó la cordillera en busca de oportunidades para crecer laboralmente. Hizo un par de papeles en teleseries y fue ganando importancia en un duro mercado. Paralelamente, conoció a una guapa modelo argentina - conocida como “Pampita” - e iniciaron un romance no exento de polémicas.
Esta chica, estaba casada con un jugador de polo llamado Martín Barrantes. Según ella, su relación estaba mal: acusó al tipo de violento e hizo todo a su alcance para separarse de él y juntarse con Vicuña. Lo consiguió al poco tiempo.
Comenzó el cuento de hadas, donde el “Ceniciento chileno” se casaba con la reina trasandina. Todo iba bien, hasta la fatídica enfermedad de su hija Blanquita. La neumonía hemorrágica, que le causó la muerte, no es una enfermedad que da de un día para otro, sino que viene con un historial de enfermedades respiratorias, según los especialistas. Fue el comienzo del fin: recriminaciones fueron y vinieron, pero la verdad es que nadie se percató del estado de salud de la niña, hasta que fue muy tarde.
Lamentablemente, es común que parejas que pasen por tragedias como ésta, terminen quebrándose. Pero, volviendo a la actualidad… insisto, se veía venir.
Si nos centramos en Pampita, su mediático quiebre con Barrantes ya hablaba de una personalidad obsesiva y controladora, que se confirmó con su última aparición pública. Le da lo mismo todo, ella tiene que quedar bien parada. Ojo, no estoy justificando a Vicuña (ya hablaré de él), pero ella es mamá y las cosas que dijo (eso de que había “olor a sexo en la pieza, mientras que ella se trataba de tapar las t…”) las leerá su hijo, hoy o mañana, en cualquier medio. Ella debería ser la primera en cuidar la intimidad de su familia. Se acabó su relación con Vicuña, no su familia ni su vida. Antes que todo están sus niños, no su reputación mancillada.
En cuanto al galán, tenemos dos formas de analizarlo. No va a faltar el descerebrado que diga que es un crack. Hace 15 años se fue a Argentina y se quedó con la más guapa; hoy, nuevamente hace “la gracia”… pero, para mí es un tarado de marca mayor.
Si su relación está mal, existen mil formas de terminarla civilizadamente. Supuestamente, tiene la educación y el dinero para hacerlo en esos términos. Pero irse a meter con “la otra” a su casa… hay que ser bien gil o tenerlo todo planeado para divorciarse de una buena vez. Pero bueno, “el Benja” es un tipo con bastante relatividad moral. Se metió con Pampita, cuando aún estaba casada y no le importó. Acá arrasó con cuanta actriz se le puso por delante y tampoco le importó.
Viendo las cosas así, eran tal para cual, dos personas que no miden las consecuencias de sus actos. Lo triste, es que detrás de ellos y de sus conductas irracionales, hay consecuencias. Una familia que quedó destruida, tres niños están viendo como sus padres hacen el ridículo frente a los medios de dos países. Con tamaña muestra de inconsciencia, ¿qué será de ellos?