Le puede pasar a cualquiera, quizás ya te pasó a ti. Ese amigo cercano, divertido y siempre a tu lado, paso de repente de ser tu compañero de carrete, estudios o trabajo, a la persona con la que te acostaste en una noche loca.
Ahora, ¿cómo afrontamos la situación?. Debemos dejar los traumas a un lado y analizar un poco, porque sólo así podemos ver la razón:
1. ¿Fue culpa del copete?: Con tantas fiestas, celebraciones, brindis y alegrías por lo que viene, un abrazo se puede alargar. La pista de baile parece más chiquita, te sientes relajada, contenta y si un poco sexy también. Entonces tienes a ese amigo muy cerca y en el calor del momento, empiezan los besos que terminan en la cama. Con los tragos en la cabeza es difícil definir el paso a paso: dónde empezó y cómo terminaron de ese modo. Si este fue el caso, y estás segura que no hay nada de atracción con él, pues salir de puntillas de la habitación, un par de pastillas para el dolor de cabeza, mucho líquido, y esperar a que pase la resaca (del cuerpo y moral) para afrontar los hechos. Ellos lo hacen todo el tiempo, así que ármate de valor para soltar un "uy, no fui yo, fue el alcohol", unas risas y un "nos vemos pronto". ¿Te da vergüenza verlo a la cara? Para eso existen los mensajes de texto. Mientras más relajada te tomes la situación, más rápido podrás superarla.
2. Es que ese amigo siempre ha sido especial: Ok, pongamos que no fue tanto el copete. Que la verdad es que ese "amigo" siempre ha sido algo para ti, y que lo has querido ocultar en camaradería y diversión. De hecho, esperabas el momento en que esto pasara. Pues te cuento que muy pocas veces esos sentimientos no son correspondidos. Quizás también exista algo más en cómo te ve él (¡y por eso terminaron así!). Pues aquí no queda otra que la sinceridad: sentarse a hablar, ver qué fue lo que pasó y si van a llevar esto a otro plano. Si él dice que sí, pues felicitaciones: acabas de empezar una relación con tu mejor amigo. La tienes fácil, porque ya le conoces gustos y mañas. Ahora, si te dice -como en el punto uno- "uy, no fui yo, fue el alcohol", pues con toda la fuerza que tengas en la guata te toca sonreír y decir "¡yo pienso lo mismo!". Lo demás es llamar a las amigas, llorar un poco y seguir tu camino.
3. Tu amigo te quiere y tú no quieres nada: Porque sí, definitivamente fue el carrete, la diversión y la desesperación. Te sale un papel que quizás no has jugado, pero a ti seguramente te lo han hecho muchas veces, el acto del mago (desaparición). Si el amigo en cuestión te confiesa su amor, y tú sientes la misma emoción de subirte a una micro - es decir, nada - pues dale con el cuento de "no eres tú, soy yo" (tu sabes cómo va porque ya lo has oído). Dile que quedarán como amigos, que claro que se verán el finde que viene. Y de ahí, a evitar ese encuentro lo más que puedas, hasta que se le pase. Como te digo, seguramente lo has vivido antes y esa persona siguió con su vida de lo más feliz por ahí. Es hora del acto de desaparición, le darás tiempo a que el sane y todo vuelva a la normalidad, en lo que se pueda.
Y bueno, si ya pasó, pasó. Vivir con el remordimiento es como llover sobre mojado, no se logra ni se gana nada. Controlar el copete y las ganas no está de más para evitar dolores más tarde. Si vuelve a pasar, pues entonces vuelve a revisar, porque un error pasa una vez, pero dos veces, ¡ya hay mucho más gusto que disgusto!