Hace un año que estoy soltera, me independicé y me fui a vivir sola a un departamento. Me cambié de Quilpué a Santiago y en este tiempo me he sentido más realizada y libre que nunca. Puedo comer cuando quiero, andar en pijama en mis días libres, invitar amigas, ver mil capítulos de mis series y películas favoritas, leer, tener mi pequeño huerto en el balcón o hacer simplemente nada sin que nadie comente. Sin embargo las personas a mi alrededor ven algo en mí que no cuadra con la felicidad que siento.
Primero fue el caballero que instaló el Internet. Muy amable me preguntó, algo preocupado: "¿y usted vive sola aquí? ¿No tiene amigos, pololo?". Con extrañeza le respondí que sí, que tengo amigos, que no, no tengo pololo y que estoy muy cómoda y contenta, sin embargo, otra duda le surgió al señor, ya que siguió con su cuestionario: "¿y no se aburre?". Le respondí que no y - con algo de ironía - que Internet me ayudaría a que eso no pasara. Bueno, al parecer no me creyó, porque me activó el cable gratis para que no me sienta tan “sola”.
Pasó un tiempo y yo ya había recorrido Santiago, conocido los lugares turísticos, gente nueva y lo estaba pasando muy bien, cuando me tocó ir a una fiesta familiar (abuelos, tíos, papás y primos incluidos). Allí les comenté lo bien que lo estaba pasando y lo genial que es vivir sola. Sin embargo, interrumpieron mis anécdotas con una pregunta: "¿y no estás pololeando?". Les dije la verdad, que no, pero que estaba bien así. Nuevamente nadie me creyó y pusieron cara de “pobre… trata de fingir alegría pero esta tan sola”. En la misma fiesta mis padres comentaban a los cuatro vientos que ninguno de sus hijos les daba nietos, pero que ¡no importaba! con cara de "¡quiero uno!".
Algunas amigas de mi antigua ciudad, casadas y con hijos, tampoco lograron comprender lo bien que me sentía soltera y me proponían amigos como futuros pretendientes, a lo que yo les respondía con un rotundo NO. Les comentaba cosas como “siento que quiero seguir disfrutando y si sale alguna relación, no quiero forzarla” pero nuevamente veía en sus rostros la expresión de “¡pobrecita!, se autoconvence”.
Todas estas experiencias me hacen reflexionar: si yo estoy tan contenta, ¿por qué nadie me cree? ¿Tan difícil es ver a alguien soltero que esté contento? Sin duda que estar en pareja es algo agradable y no es que no lo desee, pero creo que hay momentos en la vida que hay que disfrutarlos 100% uno. Más aún luego de relaciones largas o cambios de ciudad. Tienes más tiempo de conocer, te puedes descubrir en otras facetas y aprender mucho más sin presiones. ¿Que crees tú?, ¿se puede estar soltera y feliz, o debemos quedarnos con el estigma de la "solterona" triste y amargada?