Desde que tengo uso de razón me transpiran las manos como si las mantuviera a diario en un sauna. Es una tragedia sentirlas siempre húmedas y tener que pasarlas constantemente por la ropa para que sequen. Pero espera, se pone mucho peor cuando estoy nerviosa por algún examen, un interrogatorio, una entrevista o una cita. Poco a poco todo empeora, al punto que siento que en pocos segundos inundaré el lugar sólo con su sudor.
Recuerdo cuando tuve mi primer pololo, ese con que me el primer beso, al que le encantaba llevarme tomada de sus manos. Todo era muy romántico hasta que sentía como caían gotas de sudor. Yo sólo quería que me tragara la tierra. Claro, llegó un punto en el que no le importaba para nada la transpiración de mis manos, pero finalmente no seguimos saliendo y yo volví a comenzar mi calvario con el siguiente.
Todo este tema de la sudoración excesiva de mis manos era mucho más intenso cuando iba a conocer a alguien nuevo, bien fuera un amigo, un futuro jefe o un familiar. Decían las palabras claves: “Ven, que te voy a presentar a…” y mi cerebro comenzaba a mandar litros y litros de agua a mis manos. Es impresionante cómo luchamos (mi cerebro y yo) porque mientras él me manda agua y agua, yo voy secando y secando con mi ropa, pensando que ¡por favor no transpiren más!. Hasta que esa persona extiende su mano y zas!... la baño por completo. Luego tengo que pedir disculpas, lo cual odio con locura. Es una pequeña cosa terrible que vivo a diario.
¿Les pasa? o ¿sólo soy yo la que inunda todo?