Más que un espécimen, es una bendición que una mujer disfrute su sexualidad. Es lo que todo hombre espera. No quiero caer en el sueño adolescente de la ninfómana, con deseos de "hacerlo a toda hora y lugar”, pero es cierto: a un hombre le encanta sentirse deseado, y saber que su mujer disfruta de hacer el amor con uno.
Las mujeres de hoy son mucho más desenvueltas en ese aspecto y creo que esa “liberación” las ha ayudado a conocerse más y experimentar los beneficios de una sexualidad placentera y cada vez con menos tabúes. Hasta hace no mucho tiempo, ponerse una tanga o un colaless era señal de “ojo, aquí está una casquivana”. Ni hablar de las minis muy cortas o las medias caladas, sinónimo de “callejera”. ¿Recuerdan el look de Julia Roberts en Pretty Woman?. Aún hoy es común escuchar a descerebrados que dicen que la mujer que presume de su figura o anatomía “anda provocando”.
Pero bueno, allá ellos. Yo soy un abierto defensor de que se vistan o lo hagan como y con quién quieran. Es parte de su libertad, la misma que tenemos nosotros. ¿Si un hombre tiene muchas conquistas es un campeón, pero si es una chica es una bataclana? Al carajo, son libres de hacer lo que quieran. Eso sí, un pequeño consejo: pásenlo bien, pero con responsabilidad. Si están “living la vida loca”, exijan condón, además de tomar su píldora, anillo o inyección. Una cosa es prevenir el embarazo y otra las ETS. En serio, disfruten a concho la sexualidad; nada más rico que el sexo o hacer el amor (dependiendo de si están solas o con pareja estable), pero cuídense y eviten malos ratos.