Llegó la primavera y, con ella, mi cumpleaños número 25. Tenía un buen trabajo, buena salud y un grupo de amigas que me apañaba en todas. Se podría decir que “lo tenía todo”, excepto por una cosa: seguía siendo virgen.
¡Lo sé! Ni mi espectacular belleza e inigualable simpatía habían logrado atraer a un hombre digno de mí, algo así como un Dwayne Johnson pero en versión chilena. En fin, sentí que ya se me estaba pasando el tren: era la única de mi grupo de amigas que seguía con su flor intacta. Por lo mismo, decidí que era el momento de hacer algo al respecto.
Lo primero era encontrar al candidato adecuado para una noche de pasión. Bajé mis expectativas y comencé a salir con todo aquel que me invitara. Pero ojo, ¡no pienses mal de mí! Con suerte nos dábamos unos piquitos. Mi idea era evaluarlos antes de tomar una decisión final.
Recuerdo que los primeros galanes fueron muy empalagosos y “mamones”. Les había dejado en claro que no quería nada serio y, aun así, no paraban de mandarme mil corazones en WhatsApp. Me aburrí ligerito y dejé de salir con ellos. Sabía que si teníamos sexo se iban a poner más cargantes aún, por lo que proseguí en mi búsqueda.
Al cabo de un tiempo conocí a un tipo agradable y que no era tan feo. Salimos un par de veces y me di cuenta que era de esos hombres que sólo quería pasarlo bien un rato. ¡Por fin! Dejé que me cortejara un tiempo más (era virgen, pero no pava) y, finalmente, sucedió la magia. Sin amor, ¡pero con muchas ganas!
Fuimos a un motel y cerramos el trato. Lo sé, nada de romántico para ser mi primera vez. Pero la verdad es que, a esas alturas del partido, no pedía mucho. Lo bueno es que el chiquillo cumplió, y cumplió bien. De hecho volvimos al motel otro par de veces. Como yo había logrado mi cometido y él también, dejamos de salir al cabo de unas semanas.
Conseguí lo que quería, ¡por fin dejé de ser virgen! El sexo ya no era un misterio para mí. Tampoco es la gran cosa que digamos, pero está bien. Supongo que soy de esas chicas que disfrutan mucho más jugando PlayStation o tomando unas cervecitas con sus amigos.
Y tú, ¿qué habrías hecho en mi lugar?