Desde muy joven, me decían que me caracterizaba por ser una persona tierna. La verdad es que nunca me consideré tan así - y aún no lo hago - pues mi carácter es del terror. Enojada, me transformo y no entiendo de razones. Pero por algún extraño motivo, la gente que me rodea me percibe como alguien dulce.
Inicialmente, me molestaba que se me definiera de esa forma, pues solía pensar que las personas consideradas “tiernas” eran vistas como débiles. Con el tiempo comprendí que no es así, y me bastó mirar dentro de casa para darme cuenta que la ternura, la fortaleza y el encanto pueden ir perfectamente de la mano. Mi viejita tenía esa capacidad de entregar infinita dulzura con tan sólo una mirada, a la vez que era inquebrantable, como un roble.
Hoy no me molesta que me consideren de ese modo y es más, considero que ese concepto me queda un poco grande (jamás podría igualar la ternura que ella transmitía). Creí que con su partida mi vida quedaría un poco exenta de dicha dulzura, pero he vuelto a encontrarla con tan sólo aguzar los sentidos. Está en el amor maternal, en el que me entrega mi familia y también la exuda mi hijo, con cada gesto que tiene, aún estando dormido. Está en mi pololo, aún cuando pretenda ser frío. La encuentro en sus gestos amorosos, en la forma en que me mira, en su preocupación por mí. La veo incluso en los árboles que nos dan sombra en estos días de calor, en el vuelo de una mariposa o esos pequeños detalles que “te hacen” el día. Y es parte de la magia.
Ya no considero que la ternura sea una muestra de vulnerabilidad, sino una emoción dulce y cálida, que nos vuelve mejores personas y que es imprescindible tener en nuestra vida. Es nuestro refugio en tiempos complejos, lo que nos devuelve la fuerza para continuar la lucha. Y una de las razones que hacen nuestro paso por el mundo más valioso. La ternura, simplemente ¡rules!. Anímate a dejar a un lado a la “Daria” que llevas dentro y encuéntrala en tu interior. Manifiéstala, aunque sea contigo misma, y aprende a darle cabida en tu existencia. Te aseguro que no lo lamentarás.