Quiero contarte un secreto: nunca antes me había enamorado. La verdad es que era bien reacia al asunto, y además de un par de aventuras locas, mi expediente de amores estaba completamente limpio.
Pero como siempre hay una primera vez para todo, finalmente el día llegó. ¡Me enamoré perdidamente! El problema es que tan rápido como empezó mi historia de amor, así también terminó. Me siento desconsolada y quiero compartir mi pena contigo.
Lo conocí en un trabajo temporal, de esos que permiten juntar algunas luquitas para las vacaciones. En cuanto lo vi lo encontré muy mino, pero nunca me atreví a meterle mayor conversa. Un día, mi galán se acercó y sin rodeos me dijo: “me gustas, deberíamos salir un día”. ¡Tremenda perso! Quedé helada y lo único que atiné a responderle fue “bueno”.
Y así, sin más, empezamos a salir. Hasta el día de hoy no entiendo qué fue lo que me encantó de él, pero sí sé que estaba “loca loquita”. No hacía otra cosa que pensar en él, en su cara, en sus brazos, en sus besos. Pasábamos hablando todo el día por WhatsApp y no pasó mucho tiempo antes de que nos pusiéramos completamente empalagosos. ¡Si a las dos semanas me pidió pololeo!
Ah, nunca me había sentido tan dichosa. Te juro que era una felicidad enorme, y no esperé ni un día para contarle a todo el mundo. ¡Estaba enamorada hasta las patas! Pero mi alegría pronto se vería cubierta por un enorme y sorpresivo dolor.
No alcanzamos a cumplir ni un mes de pololeo cuando, de pronto, me dice el temido “tenemos que hablar”. No me la quise creer, y conservé mis esperanzas hasta el último minuto. En todo caso, de nada sirvió. Me pateó sin piedad y lo peor, con excusas baratas: “no estoy preparado para una relación, necesito más tiempo para mí”. ¡A otro perro con ese hueso!
¿Quieres saber la verdadera razón? ¡Es que volvió con su ex! ¿Cómo, cuándo, por qué? Bien, hay un pequeño detalle que no te he contado. Cuando recién lo conocí, había terminado hacía 5 meses una larga relación de 5 años. Lo sé, era obvio lo que se venía. Pero él me prometió, ¡me juró!, que no volvería jamás con aquella mujer. Y yo decidí creerle. ¡Ay!
Y a ti, ¿te ha pasado algo parecido?