Una de las peores formas de empezar mi día es cuando me levanto con mucha energía, lista para enfrentar lo que venga y salir de la casa a triunfar… pero algo me detiene: abro mi closet, y ¡no tengo idea de que ponerme!
“Bueno no importa”, me digo a mi misma, “solo elegiré una tenida cualquiera y me la pondré, listo”, pero no, no, no es tan sencillo. Empiezo a ponerme una prenda y otra, y ninguna me gusta, entonces debo cambiarme. “Quizás si me pongo exactamente lo que usé antes de ayer me sentiré cómoda”, pienso… ¡Pero tampoco! No me gusta nada de lo que veo en el espejo y no logro encontrar solución a mi dilema.
¿Soy la única a la que le pasa esto? Tenemos un montón de ropa en el closet; sin embargo no logramos hallar la prenda adecuada. Mientras más pasa la hora y más atrasada estás, más te estresas y más difícil es dejar de neurotizarse por un vestido o una camisa. ¡Al final, la mañana se torna una verdadera pesadilla, y el camino de tu dormitorio a la puerta se hace un laberinto al infierno!
Bueno, quizás exagero, pero de todas formas siempre acabo preguntándome: ¿por qué ocurre esto?, y siempre concluyo que ¡ni idea!
He intentado encontrar un patrón para explicarlo, pero no parece que exista una situación específica que lo provoque: a veces es los días lunes, otras los jueves, a veces estoy estresada, otras feliz; a veces me carga mi cuerpo y otras lo amo… ¡Ocurre de todas formas!
Y tú, ¿cómo le explicas a tu jefe que llegaste tarde porque tu closet y toda la ropa que hay dentro están en contra tuya?
¡Qué cosa más terrible!