Dicen que el mundo de hoy se “come” a las personas sensibles, pero también dicen que serlo es una cualidad de pocos, porque cuando lo eres, puedes ser honesto/a. No sé hasta qué punto ser sensible podría afectar el carácter de una persona, pero tampoco creo que aquellos que ser duro como una roca te haga muy feliz. No, porque contienes y eso nunca es bueno; siempre hay un punto de inflexión en el que se debe explotar, casi por necesidad de nuestro cuerpo y mente.
Por ejemplo, el “parecer” alguien delicado no necesariamente infiere que se viva desde la sensibilidad. Sin ir más lejos, yo parezco una persona a la que no se le debería hablar fuerte porque tengo pinta de ser demasiado pasiva. Los que me conocen saben que soy la antítesis de una persona complicada. Para mí, ser sensible no es sinónimo de ser débil, sino parte de mi ser más profundo. Tengo la capacidad de escuchar al otro sin preámbulos. Los oigo con respeto, pero también expreso mi punto de vista y ante todo, no sufro por tonteras. Ser así me ha permitido conectarme de una manera mucho más emocional conmigo misma y eso “me” lo agradezco.
Por eso, para aquellas que pensaban que ser “sensible” es algo malo, les digo: ¡NO! Es bueno, es real. Miren por qué:
1. Honestidad: en lo personal soy la que siempre dice lo que siente, pero como "me conecto", procuro que sea de la manera más “diplomática” posible. Aún así, soy directa.
2. Sé quien soy: ¿cuántas personas pueden afirmarlo?
3. ¡Vivo con intensidad! No me molesta llorar ni reírme hasta más no poder, ni me importa que me miren raro por ser así. Conmigo las cosas no quedan pendientes y eso me gusta. Vivir pensando en el qué dirán es la peor decisión. Si haces tus cosas con respeto, no te deberías sentir mal.
4. No me quedo estancada (o lo intento): odio tener que repetirme los errores. Prefiero disfrutar lo que tengo al frente, porque soy sensible y lo acepto.
5. Sé mirar para el lado y hacer algo al respecto, no me molesta perder tiempo ayudando a quien lo necesite. Al estilo “Principito”: me ocupo, no me preocupo.
6. Mis relaciones interpersonales son buenas: no me enrollo, digo lo que pienso –no a todos les gusta- pero no los paso a llevar. No soy adivina, pero intento asimilar lo que siente el otro. Doy lo mejor de mí, me entrego cuando lo siento, no hago cosas obligadas. Me dan las gracias por mi apoyo y mis vínculos son significativos.
Creo que tener coraje para ser uno mismo es lo mejor que podemos hacer. Practico seriamente la gratitud y con mis seres queridos soy abnegada, porque se lo merecen. No dejo que nadie me invalide si no tiene argumentos y defiendo lo que creo.
Aprende a ver lo especial que eres. Hay formas mejores de vivir: es cosa de reflexionar y ver que ser sensible no es un problema, si no una cualidad.