Hay cosas que nos alejan de la gente que queremos: las traiciones, mentiras, peleas y dejar de sentirnos cómodas con ellas. Dentro de esto, algo que hace que una se sienta totalmente incómoda es ver que tu amiga sigue preocupada de cosas por las que a ti se te iba la vida hace 10 años y que ahora no son importantes.
La quiero mucho, de eso no hay duda, pero cada vez me cuesta más tener conversaciones con ella. Me llama llorando porque tiene un problema de vida o muerte, yo corro pensando que su perro está muriendo o que su mamá tuvo un accidente y es para contarme que hace seis horas que el chico que le gusta no le contesta el teléfono. Salgo con ella, saludo a alguien que conozco y comienza de inmediato a creer que me gusta o que estamos saliendo; incluso una vez en un matrimonio, por haber bailado con un amigo que agarró la liga, comenzó a decir que la cosa “iba para casorio”.
No paga cuentas, no paga arriendo y aunque su familia viva a más de 800 kilómetros, necesita la aprobación de ellos para todo, lo que hace que hasta salir a comer sea terrible. Llama a la mamá hasta para preguntarle qué plato encuentra más rico.
Cuando estábamos en la universidad era distinto, ya que muchas teníamos este tipo de actitudes, pero ahora que del grupo hay varias que son mamás, casadas, que se independizaron y que hasta se han ido a vivir al otro lado del mundo, cuesta conversar con ella cuando está pendiente de Tinder, el último romance de los famosos o del color de sus nuevos zapatos.
La queremos mucho, pero cada día cuesta más ser su amiga. Ustedes, ¿qué harían en esta situación?