Aunque hace varios años - por cuestiones de tiempo - no agarro un taco, lo cierto es que jugar pool, ¡me fascina!. Recuerdo que en mi época universitaria, era usual visitar algún salón con mis amigos y dedicar tardes completas a este sexy pasatiempo.
Organizar una salida de chicas que tuviese este destino no sólo era un panorama ideal, sino que además tenía la ventaja de ser totalmente gratuito. Sí, porque los administradores - conscientes de que un grupo de mujeres atractivas era el mejor “gancho” - liberaban las mesas a la concurrencia femenina. No así cuando asistían varones. Pero ellos podían estar durante horas, sin importar el gasto, coqueteando y viendo si “caía algo”.
Cuando aprendí a jugar pool estaba en primer año de educación superior y mantenía una relación, por lo que acostumbraba a jugar con él. Claramente no fui joteada por nadie más, pero mis amigas sí. El ejercicio mismo de mover el taco y apuntar a la bola como que aumentaba las feromonas. Por ello es que tras una larga lejanía de las mesas, invité a un amigo especial - mi actual pololo - a compartir una partida. Les garantizo que los resultados fueron mágicos. Además, ¿qué más sexy que ver al hombre que nos quita el sueño jugando concentrado?
Y ustedes, ¿también aman el pool?