¡Vacaciones al fin!. Arreglamos nuestra mochila y nos mandamos a cambiar, literalmente. Adiós Santiago y estrés: ¡directo al aire puro!. Tomamos el bus, nos comenzamos a relajar y todo marcha a la perfección.
Sin embargo, cuando llevamos un par de días fuera de la capital, empezamos a sentir algo extraño. ¿Qué onda? ¿Por qué pensamos tanto en esta persona? ¡Ahh, la locura! Resulta que hace un tiempo estuviste con alguien que marcó tu corazón y sigue en él, por más que pretendieras olvidar. Al estar en otro lugar físico, lo recuerdas nuevamente. En especial cuando caminas por la playa y te hace falta. Creo que a muchas nos ha pasado: darnos cuenta de a quién queremos realmente al tenerlo lejos.
Claro, porque en el fondo si estás en Santiago, sabes que vive en esa ciudad y que está ahí. Sin embargo, al alejarte lo sientes más distante. No puedes llegar a él igual que antes y es ahí donde tu corazón comienza a enloquecer. Empezamos a extrañarlo más aún y de una manera terrible. ¡Lo único que queremos es volver a ese príncipe azul!. Además, cuando una es de piel, es como las relaciones a distancia: terminan siendo una tortura en vez de un romance a todo terreno.
El hecho de saber que estás a kilómetros de distancia te retuerce el corazón. Ahí es donde desesperas, aunque ya no estén juntos. Esta es una buena instancia para darte cuenta de que es "él" la persona con la cual quieres volver. Puedes conocer a muchos bombonazos - muy guapos, por cierto -, pero nadie te hace sentir plena como te sentías con él.
Aprovecha si te sucede esto: sólo debes seguir tu intuición.