Era diciembre, el último día de clases en la universidad estaba terminando y mis compañeros se preparaban tanto física como psicológicamente para el mambo que se venía en la noche. Todos querían celebrar que habían pasado los ramos o simplemente, que se terminaba el primer año en la U.
Finalmente las clases acabaron. Mi grupo de amigos y yo (la única mujer) nos juntamos a la salida de la universidad y comenzamos la aventura. Nos fuimos al barrio bellavista donde consiguieron algo para tomar. Pasaron las horas, los grados de alcohol aumentaron dentro mío y uno de mis compañeros (con quien llevaba un mes saliendo a escondidas del resto) me pareció cada vez más atractivo.
Rato más tarde nos movimos a una plaza, donde mi libido aumentó sin darme cuenta de que el resto seguía ahí. Empecé a besar apasionadamente a mi, digamos, "andante" y mis amigos se fueron para dejarnos solos. Nosotros, ebrios de amor los dos, caminamos hasta el Parque Forestal donde nuestras ganas de besarnos no aguantaron más y nos tiramos en el pasto para continuar con nuestro apasionado desenfreno. No me di ni cuenta cuando ya estábamos en pleno. Él mirando para todas partes, nervioso, asegurándose de que nadie nos viera (algo imposible por ser un lugar más que concurrido) y yo tan solo disfrutando este momento de libertinaje.
No recuerdo más, sólo sé que, luego de minutos de nerviosismo y goce, seguimos caminando por el parque hasta que lo detuve y le dije lo increíble que había sido. Hasta el día de hoy recordamos ese maravilloso momento, que en su minuto tanta vergüenza me dio pero que hoy es, para los dos, el principio de una hermosa y loca relación.