Sobre gustos no hay nada escrito, y muchas veces nos fascinan cosas que otras personas no entienden. Si son como yo, quizás incluso les gusten cosas que fueron iconos de décadas pasadas y que la gente ya ni recuerda.
Esto suele pasar sobre todo cuando nos encariñamos con alguna tendencia o accesorio en particular: jardineras, collares de mostacilla, pantalones acampanados, mochilas transparentes, colgantes de chupete plástico (¿se acuerdan?) zuecos, cintillos, etc.
En mi caso serían: el cuadrillé, las tachas y la mezclilla (por favor no juzgar). Esto básicamente significa que en mi clóset siempre encontrarán una chaqueta de mezclilla, un cinturón de tachas comprado en alguna feria solitaria (que siempre se encuentra al borde de la ruptura) y una camisa a cuadros o "leñadora" (posiblemente descartada por algún tío en décadas anteriores).
Imaginen entonces mi alegría cuando me di cuenta de que los 90' estaban de vuelta en gloria y majestad (la mejor década, además). Entrar a casi todas las tiendas y ver filas y filas de camisas a cuadros de todos los colores, tamaños, largos y modelos; con mangas, sin mangas, con cierre, con botones, con cuello y sin cuello.
Lo mismo pasó con la mezclilla: ya no tenía que conformarme con una chaqueta y ya, ni soñar con el vestido-jardinera que usaba todo los veranos de me infancia (lo más cómodo de la vida, se los juro); ahora podía tener la versión adulta. Ante mí se desplegaba todo un mundo de posibilidades de mezclilla, más allá de los jeans y las chaquetas.
Sobra decir que después de pagar las excesivas obligatorias cuentas de la vida, casi la mitad de mi sueldo se iba en rellenar mi clóset para que mis ya existentes, tristes y solitarias prendas se sintieran acompañadas. Todo un logro.
Y sí, lo admito: ver pasar a niñas de 13 años con una camisa a cuadros sintiéndose lo máximo, sólo me hace sonreír y suspirar. O sea: ¡básicamente estoy de moda de antes de que ellas nacieran!
Ahora sólo espero que vuelvan a estar de moda las tachas.
Y a ustedes, ¿les ha pasado algo similar?