Para despertar, acompañar un momento de relajo o acabar con la sed. Esas son algunas de las tantas razones que he escuchado de los fanáticos de estas gaseosas, cuando deciden beber una. Las mismas que han invertido cifras siderales en campañas de publicidad y marketing, mostrándonos el “lado maravilloso” de convertir a estos líquidos en nuestras bebidas favoritas.
Siendo sincera, no me agradan mucho; prefiero consumir agua y jugos naturales. De hecho hace más de un año que no tomo una y creo que ni aunque existiera una versión con chocolate bitter, la incluiría dentro de los líquidos que bebo frecuentemente. ¿Te ocurre algo parecido o piensas distinto?
Confieso que en mis años de universitaria compré algunas, especialmente si no encontraba agua mineral o cuando mi jugo de frutas se había terminado; pero por fortuna ni las versiones light conquistaron mi paladar. Además, ¡ese gusto a sacarina lo encuentro horrible! Sin embargo, conozco a muchas personas que no pueden vivir sin este tipo de bebidas y en algunos casos he visto que prefieren saltarse una comida a dejar de beber, por ejemplo, una Pepsi o Coca-Cola.
¿Son adictivas? Quizás no corresponde ponerlas en el mismo peldaño que las drogas duras, pero aun así, tienen componentes que generan adicción; principalmente, la cafeína, el azúcar y el gas carbónico. De acuerdo a un documento del Ministerio del Trabajo sobre alimentación saludable, disponible en este link, las bebidas cola no tienen ningún valor nutritivo y, por el contrario, pueden ser dañinas para la salud.
Cuando son parte frecuente de una dieta, es muy posible que generen problemas como osteoporosis, pérdida del esmalte dental, obesidad, anemia y diabetes. Pensemos en que, por ejemplo, una lata de Coca-Cola tiene aproximadamente 150 calorías y casi 40 gramos de azúcar, con lo cual sobrepasamos el consumo de 25 gramos de azúcar al día (alrededor de 6 cucharaditas), que recomienda la Organización Mundial de la Salud para un adulto con un índice de masa corporal normal.
Pero como la idea no es ser extremistas, tener un consumo moderado de estos refrescos junto a una dieta balanceada, es una buena opción para quienes no pueden vivir sin estas bebidas efervescentes. Además, si sumas rutinas de ejercicios semanales, tu organismo te lo agradecerá.
¿Te consideras adicta a las bebidas colas o prefieres evitarlas? ¡Cuéntanos!