Me acuerdo de cuando recién entré a la Universidad y era fan de la serie "Friends" (confesión: aún soy fan). Quería ser como las protagonistas de la famosa sitcom.
Me imaginaba que salir de la U, vivir sola o con amigos, tener veintitantos y disfrutar de la soltería era lo mejor que se podía imaginar. Suponía que mi vida iba a ser carrete tras carrete, pasarlo bien y salir con hombres que conocía en el super, para después juntarnos entre chicas a tomar vino y quejarnos de que no hay hombres decentes; deprimirnos juntas y sentarnos a tomar helado y ver películas de mina.
Y así egresé, obtuve mi brillante diploma, encontré un trabajo... y eso fue todo. Nada de "Friends", nada de glamour, ni de alcoholizarme con mis mejores amigas para pelar a los hombres con los que salía. De hecho, nada de salir con hombres; ¡ni siquiera vivía sola!
De partida, si tienes la suerte de vivir sola, eres un espécimen extraño y tienes mucha, muchísima suerte. La mayoría de nosotros vive todavía con su familia, lo que básicamente significa que, además de tener ingresos, nada cambia demasiado.
¿Conociste a un tipo increíble y quieres que las cosas se pongan buenas? Mejor reza para que él sí viva solo o con un amigo de sueño pesado, porque al vivir con familia, la idea de llevar a un extraño a pasar la noche a tu casa no es tan factible. De hecho, existen probabilidades de que tu vida sexual se aletargue un poco salvo que logres la tan ansiada independencia o busques una roommate comprensiva (como lo eran Mónica y Rachel)
La verdad es que cuando la gente empezó a decir que los 30 eran los nuevos 20, no puedo menos que pensar que tienen toda la razón. A los 30 ya tienes tu vida más definida; irte a vivir sola es más factible, tienes un trabajo estable y hasta es razonable pensar en sentar cabeza.
Así que tus 20 son un despelote: no tienes idea de a dónde vas, ni nada de glamour y no te sientes adulta; pero no te preocupes. ¡Para eso están los 30!