Creo que lo he comentado antes: soy de la generación del “lento”, de las fiestas sin alcohol en la Disco Gente, a pesar de que vivía en los suburbios. Mis amigos que vivían en Providencia y Las Condes, rápidamente me integraron en sus círculos sociales.
Crecí en otra época, donde los jóvenes retomaban la libertad después de años de toque de queda. Donde las fiestas clandestinas - o las que partían bien temprano -, eran las formas de carretear. Había democracia y libertad de tránsito, pero vivíamos en una sociedad que seguía cargando ese estigma y se reprimía sola. Se notaba en la juventud. Era un triunfo “robarle un beso” a la chica que te gustaba en la disco. Debías bailar horas con ella, hasta que llegaba el “bendito momento”, donde las rock ballads “te daban el empujoncito” para la conquista. A veces todo iba bien, pero cambiaba la música y la chica se iba ¡y con ella, “todo el esfuerzo”!, pero otras veces (las mejores) se quedaba. Ese era el momento de sacar todo tu repertorio. Insisto, un beso era un triunfo y el teléfono te hacía quedar como un dios frente a tus amigos. Claro que después había que sortear la a veces infranqueable barrera “del suegro”, para poder hablar otra vez con la chica. En fin; esa es otra historia. Ser un conquistador, un galán en los 90's (o al menos intentarlo), era todo un desafío.
Pasaron los años y tanto la tecnología como la sociedad cambiaron. Hoy los celulares, el Internet y la música facilitaron todo. Los galanes actuales fácilmente pueden obtener no sólo el celular de la chica en cuestión, sino también una noche de pasión desenfrenada. Ese es el equivalente actual a conseguir el teléfono. Es el triunfo de hoy… algo absolutamente impensado hace 20 o 25 años.
Hoy los galanes la tienen fácil. Nada más bastan unos acordes de reggaetón para “hacer sexo con ropa”. El “perreo”, sobajeo o sinónimo que quieran agregar, hacen de un beso una simple anécdota. Antes, luego de un par de acordes, uno recién se atrevía a preguntarle el nombre a la compañera de baile.
Al momento de “querer bailar”, las chicas de antes te escaneaban entero. Si tuvieses algún asomo de flaite, te ibas de negativa segura. Ahora, mientras más “sopaipa” mejor. Una vez le pregunté a una chica joven qué le ven a los flaites. Me dijo que se sentía "protegida”. ¡Quedé plop!
De incursionar más allá… eso era algo que se daba ocasionalmente. Recién después de la segunda mitad de los 90's las chicas comenzaron a liberarse. Lo que hoy es pan de cada día (o noche), antes era un tabú. El “touch and go” era una práctica muy “under”, porque si se sabía, la chica era denostada y tratada de fácil, por decirlo de manera elegante.
Hoy los chicos y chicas viven en el paraíso. Pueden disfrutar de su juventud y su sexualidad de manera libre y espontánea (nunca está de más recordarles que se cuiden; del riesgo de una ETS o el VIH sólo el condón los puede salvar). Pero para llegar a esa libertad, muchos debimos “forjar el camino”. Los reggaetoneros de hoy habrían terminado presos o habrían sido boxeados por un papá o hermano protector. ¡De la que se salvaron chicos!, hoy la tienen mucho más fácil.