Aunque ya les he contado que quisiera una boda sencilla y cuáles son mis razones para así desearlo, admito que me fascina mirar vestidos de novia en los escaparates. Pero aún mejor que eso, ¡observar fotografías de bodas! Eso sí, ¡me mata! (sí, aunque suene de loca).
Me gusta mirar los vestidos porque son verdaderas joyas de la alta costura, cada uno con diseños únicos y especiales. Pero aún más, amo contemplar como estos lucen en los atuendos de las novias. Eso sí es lo más. Porque claro, las top models que los usan en las revistas no tienen la contextura de las mujeres reales - como tú y como yo - ni tampoco el amor hacia aquel por quien lo lucen (generalmente se acompañan de modelos que ni conocen). En cambio, las bodas reales dan cuenta de como cada cuerpo se ve de maravilla con un diseño hecho a la medida, lo que resalta con el brillo de quien está completamente enamorada.
Creo que cada mujer se ve realmente hermosa cuando se viste para su boda: con un modelo que ella misma escogió, el cual evidencia detalles respecto a su gusto y personalidad. Es como “externalizar” lo que hay en su alma, aderezado con el resplandor de la felicidad máxima. Tema aparte son los novios: lucen realmente guapos con esos trajes elegantes, de dos y hasta tres piezas, perfectamente peinados y arreglados. ¡Parecen de esos caballeros a la antigua!. Aquí tampoco importa la contextura, ya que es un atuendo de sastrería, hecho a medida y con telas de ensueño. Además, el corte mismo de este tipo de prendas les da un aire clásico fascinante.
Los detalles de la decoración, torta, fotografías para la posteridad, etc, son algo que también disfruto. Porque en cada detalle está el carácter de los novios: si escogieron una torta normal - por ejemplo - da cuenta de una pareja más conservadora y tradicional, mientras que si la personalizaron, evidencia una relación lúdica y entretenida. Lo mismo las imágenes artísticas: se puede posar desde las típicas "postales" de la ciudad, o bien, arriesgarse y hacer un trash the dress de antología.
Creo que hay pocas ocasiones en que podemos ver realmente “el alma” de una persona. Y una de esas oportunidades se da en los matrimonios; en el vestuario, detalles y escenografía que enmarcan la más pura esencia del amor.
¿Estaré muy loca o a alguien más le pasa?