Si hay alguna razón por la cual nunca logro comenzar definitivamente la dieta, es por la pizza. ¡Pero qué delicia más grande! ¿Quién se podría resistir? Ya sea para un almuerzo rápido, una once mejorada o carreteando con los amigos, comer pizza es algo que siempre me alegra el día.
Y no, no me importa cuántas calorías tenga cada trozo. O bueno, quizás un poco. Pero ya me conoces, y sabes que no puedo resistir la tentación. Encuentro que es increíble que exista algo tan rico y que esté en todos lados. Y si no, ¡pues la preparas tú misma!
Lo que más me gusta de esta pequeña cosa increíble es que no necesito compañía para disfrutarla. Deja que te explique: creo que hay ciertas cosas que siempre es mejor hacerlas con más personas, como por ejemplo tomar copete. ¿Quién se emborracha solo? ¡Qué fome! En cambio, a la hora de comer pizza, me da lo mismo si estoy con alguien o no. Siempre es agradable compartir un buen rato con mis amigas y amigos, pero a veces estoy sola en casa y quiero mimarme con alguna comida rica… ¡lo merezco!
¿Y qué me dices de ese olor a queso derretido, mezclándose con el orégano y el tomate? Agrega algunas aceitunas y mucha cebolla… Increíble y delicioso, ¿o no? ¡Casi tanto como los actores turcos! Ahora imagínate tirada en tu sillón, viendo una buena película y tomando una cerveza bien helada. Ah, ¿quién necesita un pololo cuando la vida es así de perfecta?
Y tú, ¿disfrutas de un buen trozo de pizza?