Aún lo recuerdo como si fuera ayer: mi primer pololo. Yo recién comenzaba la enseñanza media y él era un poco mayor. Lo conocí por una amiga que teníamos en común y, para serte sincera, no me llamó en nada la atención. Era un metalero algo gordito y, como buen adolescente, ¡tenía la cara llena de espinillas!
Me agregó a Messenger (ups, se me cayó el carnet) y empezamos a conversar más seguido. Para mí era algo novedoso, ya que iba en un colegio de puras niñas. Casi todas mis compañeras estaban con algún chico o tenían su corazón flechado, y supongo que yo no me quería quedar atrás. El problema era que veía sus fotos y no me pasaba nada de nada.
Aun así, seguimos hablando. Finalmente me invitó a salir un día, y si no mal recuerdo estuvimos paseando por el centro y molestando a las personas que pasaban (oh sí, éramos unos maldadosos). Como mi primera cita oficial estaba muy emocionada. Esa fue la primera vez que caminé de la mano con alguien que no fuera mi mejor amiga o mis papás. ¡Mi corazón latía a mil por hora!
Ese mismo día en la noche, mientras chateábamos, me dijo que me amaba y que quería pololear conmigo. No te rías, ¡qué vergüenza! Ni nos conocíamos y me andaba diciendo esas cosas. Para serte sincera yo no estaba muy convencida, ya que su apariencia estaba muy lejos de ser el príncipe azul que yo quería. Pero bueno, ¡quería saber lo que se sentía pololear! Así que, a pesar de todas las dudas, acepté.
Al principio todo estuvo bien. Conversábamos, salíamos y nos dábamos besitos en una banca del parque. Pero más pronto que tarde me comencé a “fastidiar”. Ya no quería hablar con él y mucho menos quería verlo. Todo aquello se sentía más como una obligación que como algo que me naciera del corazón. Creo que duramos como dos meses, y lo pateé. ¡Qué mala experiencia!
Desde entonces aprendí que no debía pololear con alguien a menos que mis sentimientos fueran genuinos y me sintiera realmente convencida. A veces nos sentimos muy solas o aburridas, pero no por eso vamos a empezar una relación (¡por lo menos no una tan formal!).
Y tú, ¿has pololeado sin estar muy convencida?