¿Has sentido alguna vez vergüenza de decir tu edad? ¿Te has preguntado por qué? Partiré diciéndote que tengo 46 años; probablabemente mucho para ti, pero si lo comparo con esos hermosos árboles de tronco texturado, altos, imponentes que embellecen cualquier calle o parque donde están... es poco. A ellos les tomo más tiempo crecer, para verlos como están. Asimismo, lo que soy es producto de distintas jornadas: estudio, tristezas, sorpresas, muchas alegrías, y sueños que me hacen querer estirar mis ramas hacia el cielo, sin olvidar que soy sólo un árbol. Uno como el que está en la cuadra donde vives, al que no das mayor importancia, pero que es parte del paisaje.
Entonces me pregunto: porque avergonzarme de alguno de los años vividos?. Cada año ha contado para llegar a ser quien soy; ninguno fue menos importante que los 15, 18 o 21 años, edades que muchos mencionan como las mejores de su vida. No quiero decir que soy lo máximo; por el contrario, con gran humildad puedo decirte que pude haber hecho más en estos años. No obstante, siento la esperanza que le sacaré provecho a la recta final para llegar a la meta en plenitud. Así que ¡felices 46 y bienvenidos los 47!.
Disfruta tú también cada año que cumplas; no dejes de poner cada vela a tu torta. Apágalas con agradecimiento y felicidad. Un humilde, pero útil consejo.
Colaboración enviada por Rosa Cabrera