Todos hemos mentido alguna vez, ya sea para evitar un mal rato posterior o para “tapar” algún “condoro”. En la pareja este tema es complejo, sobre todo porque para que una relación perdure, debe haber no sólo amor, también confianza.
Obviamente debemos hacernos la pregunta ¿para que mentimos? La mayoría de las veces se hace para evitar un disgusto, aunque otras para ocultar una vida licenciosa. Porque seamos honestos, hay muchos hombres - y también mujeres - que llevan una doble vida: tienen su catedral, pero también su parroquia y mienten para poder hacer lo que quieran…aunque a la larga, siempre terminan pillados.
Pero para quienes no tenemos dichas “andanzas”, la mentira se usa intentando no pelear por tonteras. Hay cosas que no se cuentan, como por ejemplo si alguien te piropeó en la calle. ¿Para qué contar? ¿Sacar celos? No, no es mi estilo. Misma pregunta corre en el caso de que te llamó o te encontraste con“ese amigo” que a tu señora le cae mal, o si ayudaste a un familiar a salir de un momento difícil. Como dice el dicho: “que no sepa tu mano izquierda lo que hizo tu mano derecha”.
Otro de los temas por los que habitualmente se miente, se refiere a tu pasado amoroso. Recuerdo una película que se llama American Pie, ahí hablaban de la ley del ex. El hombre siempre multiplica sus parejas por 3 y la mujer la divide por el mismo número (aunque esto no debe ser literal). Es común mentir u ocultar información respecto de ellos, porque siempre que uno cuenta cosas, éstas terminan siendo usadas en tu contra. No sé si eso es mentir, pero al menos es una omisión voluntaria, por conveniencia.
A modo personal, no miento. Soy de esas personas que prefiere decir las cosas de frente. La verdad, por incómoda que sea, es más sana. Lo peor de todo es que para ocultar una mentira, necesariamente hay que volver a mentir y se puede llegar a una espiral peligrosa. Tal como dije en un principio: uno de los pilares de la buena convivencia en pareja es la confianza y cuando te pillan mintiendo todo se desmorona.