Tengo un serio problema de adicción y lo reconozco: Whatsapp. ¿Y por qué Whatsapp y no Facebook messenger, Telegram, Line u otra aplicación parecida? Primero porque es fácil de usar, segundo porque todos están ahí ¡inclusive mi tía abuela lo usa! (lo cual es sólo un poco raro) y finalmente es porque amo los emojis que tiene. Así que lo utilizo para todo, tanto para trabajos de la universidad (tengo un grupo curso en el que no paran de hablar y me estresan), como para pedirle a mi mamá que compre pasta de dientes (grupo en el que están todos los integrantes de mi familia), para coquetear hablar con chicos (incluso una vez terminé una relación por ahí, #SorryButNotSorry) y por supuesto, para pelar hablar con mis amigas de lo que sea (las cachorritas ♥).
Un día de aquellos, en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, estaba hablando con un tipo con que tenía onda, por lo que siempre coqueteábamos. Y ahí es donde entra tu squad para darte una opinión sobre lo que debieras decir. Seamos honestas chiquillas: a veces nos quedamos sin palabras o simplemente no queremos decir algo equivocado, por lo que recurrimos a alguien más (en este caso, tus amigas). En fin, en plena conversación con el chiquillo, me sale con un "pucha no me puedo juntar porque bla, bla, bla..." y yo quedé indignada sin saber qué responder a eso. Después de todo, ¡por fin me decidía a invitarlo!. Procedí entonces a sacar un pantallazo de la conversación para mostrárselo a mi amiga, porque estaba un poco enojada como para responder. Además, tampoco quería perder la poca dignidad que en ese instante me quedaba. Apreté "enviar" rápidamente y... se lo mandé a mi ex pretendiente.
Para qué entrar en detalles de cómo me sentí: así es, como una grandísima idiota. Grité y me puse a hacer un berrinche de proporciones colosales (para variar) hasta que me llegó un mensaje de él. Tuve miedo. Un "¿qué onda?" fue la respuesta y un "no tengo idea que pasó, mi teléfono se volvió loco", mi excusa. Estoy 100% segura de que no me creyó, pero bueno, nada que hacer. Terminé contándole la terrible historia a mis amigas y aún se ríen de mí. Pero a la larga me hice un favor, ya que el tipo era un completo idiota.
La moraleja de esta historia es que mantuve intacta mi dignidad y seguí adelante. Además no creo que sea la única persona a la que le haya ocurrido (¿o sí?). La pregunta es ¿qué hicieron ustedes para salir del embrollo?.