¿El tiempo es oro? ¡Claro que lo es! Nuestro ritmo diario lo comprueba. Y si eres de aquellas para las cuales 1 minuto son 60 importantes segundos, seguro odiarás a los que dejan todo para última hora.
Esta es una práctica terrible, que -según dicen- nos caracteriza como chilenos: tomar cartas en el último minuto respecto a los pendientes que teníamos en carpeta. Los permisos de circulación, el pago de patentes, las matrículas y hasta la mismísima declaración de impuesto, todo queda relegado. Estamos tan acostumbradas a ese: “después lo hago”, “aún queda tiempo”, que las mismas entidades aumentan los plazos, dan prórrogas o promueven el trámite con incentivos monetarios / regalos. Estas acciones sólo conllevan a la repetición de esta conducta y un círculo vicioso que, si bien podemos tomarlo de forma jocosa, es la puerta al estrés diario y la más muestra más palpable de flojera e irresponsabilidad.
Así, el retraso de muchas personas forma una tremenda cadena de tiempo mal invertido, donde no sólo uno pierde horas de su día, sino que además sobreexige a ese pobre trabajador que lo atiende (y que podrías ser tú), contagiando una oleada de mal humor. Las bocinas suenan, todos corren; ya no hay sonrisas cómplices ni saludos cordiales. Lo triste, más allá de la molestia que esto causa, es pensar en aquello que podrías haber hecho en esos minutos convertidos en horas: una once con pan caliente, jugar con tus hijos o mascota, una ducha más larga, una película, un rato de charla con las amigas o ese necesario momento de belleza personal.
Aun así, hay algo aún más penoso, y son las cosas que no pudimos decir por llegar tarde: un último adiós, un te amo o un perdóname. Los mismos que son reemplazados por “he esperado demasiado” “ya no es tiempo para ello” y “debiste estar cuando te necesite”. O el más doloroso: darte cuenta que ya pasó el momento que esperabas, y la misma edad (junto a la rutina) te impidieron disfrutarlo.
El tiempo no vuelve atrás, pero mientras avanzas, tienes oportunidad de enmendar el rumbo. ¡Despierta! o llegarás tarde incluso a esas importantes instancias que le dan sentido a tu existencia. No dejes que tu vida se vaya en pagar cosas y cumplir obligaciones: organízate bien, dando prioridad a vivir, a tu familia, a los tuyos y a ti misma. Tu tiempo es valioso, ¡que no se pierda!.