Nadie, y digo nadie le ha dado más oportunidades a Tinder más que yo; estoy segura. He ido en muchas primeras citas, algunas segundas, y sólo en contadas ocasiones he tenido algo más que eso. No me arrepiento, pero admito que después de años intentándolo, se empieza a perder la fe en el sistema electrónico para buscar pareja.
Y claro, no olvidemos que - por si fuera poco - al estigma de ser soltera a la edad que sea (porque ya no es sólo a los 30, es ser soltera cuando sea) ahora se suma el de estigma "cómo se conocieron". Porque si tienes una historia romántica, como que te salvaron de que te atropellaran, o se quedaron encerrados en un ascensor, da la sensación de que la relación es más válida o tiene mejor pronóstico que si conociste a tu galán por un método tradicional; entiéndase a través de una amiga o en un carrete. ¡Y para qué decir una red social!
A toda la gente que cree eso, les digo que se puede ir a la punta del cerro que más le guste, porque las cosas ya no son como lo eran hace 20 años, cuando ellos eran jóvenes y las relaciones se daban de forma orgánica.
Después de muchos pasteles (y por Dios qué manera de haber pasteles), cuando finalmente damos con un hombre que vale la pena y con quien queremos formar una relación sólida, lo último que necesitamos es que nos digan que si el encuentro fue por Tinder, la cosa no va a durar. Somos felices, nos gustamos y queremos; así que a todos los escépticos, les agradecería que sonrían, nos feliciten y sigan su camino.
Las cosas han cambiado, así que sugiero que se unan al cambio. Nunca es tarde.