Para nadie es novedad que las redes sociales se han vuelto un "boom" en la forma de relacionarnos con los demás. A veces la curiosidad de mujer nos atrapa y empezamos a buscar al ex para saber de su vida, "psicopateamos" a la ex amiga para ver si está más fea u ocupamos a los amigos sugeridos como vitrina de potenciales pretendientes. Hay de todo, pero me centraré en un tipo de consecuencia por el uso de la web: yo lo conocí o me enamoré por redes sociales.
Una solicitud de amistad misteriosa, un mensaje desconocido o una simple atracción física: muchos son los motivos para acercarte a una persona. Internet ha roto las barreras geográficas y ahora conocer alguien del otro lado del mundo, es una de las tantas cosas que puedes hacer a través de la red. Las experiencias son variadas: algunas positivas, donde terminas conociendo al amor de tu vida y otras como la que te contaré a continuación...
No me engañaron por Internet, pero si fui la mente maestra tras un temido perfil falso de Facebook. Todo empezó como un juego adolescente, estando en el Liceo, pero causó mucho daño en quienes se enamoraron de la imaginaria "Macarena". Fue idea de una compañera, "hagamos un perfil falso para hablar con tipos de otros cursos", me dijo y yo accedí para sobrellevar el aburrimiento y el ocio. Empezamos agregando a hombres con quienes nunca habíamos hablado y que conocíamos en persona. Era entretenido, pero muy agotador. Tienes que inventar a otra mujer (desde lo físico, con características opuestas, robando fotos de otros perfiles) y jugar el rol de la "coqueta" para que surta efecto.
Entre juego y juego, nos topamos con un joven
llamado Ariel, alumno de un Liceo de Playa Ancha en Valparaíso. Él tenía especial interés en conocer a 'Macarena': los chats eran
cotidianos, siempre en tono de amistad, hasta que las emociones
traspasaron la pantalla. Mi amiga se enamoró y con esto, la situación no pudo sostenerse en el tiempo: terminamos diciendo la verdad. Obviamente, recibió el rechazo esperado y Ariel se convirtió en un corazón
roto, hablando por la herida y haciéndonos sentir las peores del mundo (lo fuimos). Tratamos de explicarle que
una de nosotras sí se había enamorado, pero al ser distinta
físicamente a lo que él creía, decidió bloquearnos. Pasó el tiempo y no
supimos más de él, ni de sus conversaciones entretenidas ni su comprensión
sincera. En verdad era un buen hombre, no merecía ser víctima del aburrimiento de ambas.
No me siento orgullosa de este caso; con la madurez entendí que jugar con los sentimientos de una persona habla de la inseguridad que tenemos nosotros mismos. Efectivamente, no me quería como mujer y buscaba que otros lo hicieran, aún si pensaban que era otra persona. Penoso, patético, llámenlo como quieran; sin embargo, la experiencia me enseñó a valorarme como persona y respetar a los demás. El amor no es un juego y tarde o temprano, la mentira sale a la luz causando estragos. Sé que hay historias peores, pero es hora de aterrizar, relacionarnos más cara a cara y en caso contrario, verse por Skype. No confíen demasiado: una nunca sabe quien está detrás de la pantalla.
Y tú, ¿tuviste un amor por Internet? Cuéntanos tu experiencia.