Soy mamá y tengo buena memoria. Recuerdo que en los primeros años de mi hijo, acostumbraba llevarlo en coche dondequiera que fuese. Mis compañeros de U me recuerdan por pasearme con él en los jardines del plantel. Sin embargo, hay algo que jamás se me hubiese ocurrido: este viernes, mientras aguardaba el metro, no pude dejar de preguntarme qué rayos hacía una mujer intentando subir junto a un bebé en coche justo en horario punta.
Si alguna de ustedes ha abrazado semejante práctica, quizás me pueda ayudar a entender qué tiene en la cabeza una mamá que hace algo así. Al menos yo, ni en mis peores pesadillas trataría de hacerlo. Salvo que hubiese algún apocalipsis zombie, circunstancia en la cual creo que desecharía el carrito y mantendría al niño junto a mí. Como no era el caso, me cuesta comprenderlo. Más todavía, cuando no fue la única vez que me he encontrado algo así.
Me lo cuestiono por diversas razones: 1, que es súper incómodo para el bebé ir en un metro atestado de gente. Todas sabemos que al subir a este transporte - o mejor dicho, cuando la multitud “nos sube” - apenas disponemos de unos 20 centímetros cuadrados, siendo generosa. La gente está tan apretujada que comienzas a sentir que te asfixias, y no ves la hora de llegar hasta la próxima estación para tomar un respiro. Parece lógico que éste no sea el ambiente idóneo para una criatura.
2, ya que sabemos que el Transantiago no es un crucero por aguas cristalinas, ni el Metro es un carruaje para príncipes y sultanas, yo intentaría no llevar a mi hijo pequeño demasiado lejos de casa. Buscaría un pediatra en las inmediaciones de mi domicilio y lo llevaría a pasear en coche por el barrio. Y bueno, si esto no es posible, al menos intentaría sacarlo durante las horas en que el gentío está en su oficina, para que el transporte vaya más despejado. Jamás lo metería en su carro a ningún vehículo de uso público durante los momentos de mayor afluencia. Mínimo se me ocurriría que van a desarmar el soporte y sofocarán al niño. Preferiría llevarlo caminando, aunque fueran veinte mil cuadras. Exponerlo al desagrado de un viaje entre la multitud por mi comodidad, no sería alternativa.
3, es por todas conocido que el transporte público es el lugar donde más fácil nos contagiamos de diversos virus. Un motivo más para pensar “WTF!” ante semejante cuadro. Y 4, hay que ser consciente también, de cuánto molestaremos a los demás al pretender introducir con fórceps un carro de esas dimensiones en un espacio reducido y atestado de personas.
Expuestos mis argumentos, si bien cada quien es libre de hacer lo que estime, no me queda más que apelar un poco al sentido común. Mamá lectora: piensa en tu hijo y en tu entorno más allá de ti misma. Y procura no cometer una burrada como ésta, por favor. Siempre hay alternativas para no exponer a tu bebé a un sinnúmero de riesgos; es cosa de pensarlo un poco mejor.
Y ahora cuéntame, ¿has subido a tu hijo en coche al metro en horario punta? Si es así, ayúdame a entender, ¿por qué lo has hecho?.