Los días se han vuelto fríos, el año avanza más
veloz de lo esperando. Llega la noche, y luego de pasar un día terrible, miras a tu
alrededor y te encuentras sola. Los recuerdos te cubren y presionan tan
fuerte, que te sacan lágrimas. ¿Dónde están todos los que decían rodearte?¿Qué
pasó, por qué ya no hay gente junto a ti?
Desearía tanto decir que esto sólo le pasa a algunos, pero no. Gran parte de nosotras ha pasado al menos una vez en su vida por esto. Quizás se da una vez al mes o cada ciertos años. Que así sea no significa que sea normal, sino una señal de alerta para tomar cartas en disminuir la frecuencia de aquellos arranques, en que de pensamientos reflexivos pasamos al completo desastre emocional.
Somos seres complejos; a veces un pequeño detalle puede detonar grandes tormentas en nuestro interior. Y la soledad es la mejor aliada de la depresión. Muchas veces se nos dice que no estamos solos –yo lo digo a menudo-, y es algo que me repito constantemente. Seguro entenderás que si lo hago es porque también vivo esos momentos. Pero cuando miras a tu alrededor y no hay gente, si al abrir tu Face un sábado por noche ves fotos familiares, de gatos o carretes, será inevitable que te preguntes cuán lejos están de ti. Después de todo, si contaras con ellos, ¿no serías tú quien saliera en dichas fotos? ¿Podrías hablar sinceramente con alguno? ¿Dejarían sus carretes para escucharte llorar? ¿Te sentirías menos sola si fuera así?
Por más extraño que esto te parezca, que nos sintamos solos es culpa nuestra. En términos sencillos, si tus juntas no están cuando las necesitas es porque no has hecho verdaderas amistades. Quizás te hayas negado repetidamente a sus invitaciones, hayas invertido mal tu afecto o por demasiado tiempo dejaste que el mundo se alejara de ti. ¿Muy fuerte? Sí, para mí lo es, y es precisamente eso con lo que debemos hacer frente: aquello nos podría mover a hacer cambios, a salir de nuestro cómodo lugar de llanto y hacer algo para que el mundo nos vea.
Si bien existe gente con el especial don de detectar problemas ajenos, si no te conectas a las redes muy pocos lo notarán. De la misma forma, si no hablas con alguien, es muy posible que nadie sepa que algo va mal. Es verdad: es triste tener que acudir a los demás, pero si necesitas de alguien, debes acercarte a las personas. ¿Sabes cómo nos enteramos del éxito de otros? Cuando éste empieza a ser notado por los demás.
La verdad es que, tal como afirmé en un principio, no estás sola. Fuera de tu “problema” o penita, hay millones de personas que esperan a alguien como tú. Y aunque fuera sólo una, ese alguien, así como tú, también desea encontrarte. ¡Sal de ahí! ¡Te queremos ver!
La gente que se siente sola es muy diferente a la gente que desea estar sola. Es cosa de opción, es cosa de hacer: o te alejas, o te acercas. ¿Quieres que el mundo te vea? Ok, entonces es tiempo de mostrarle al mundo y a ti misma quien eres. ¿Te animas?