Cada mujer vive la experiencia de ser mamá de forma diferente. Por ejemplo, hay muchas que celebran el día de la madre después del nacimiento de su hijo, pero en mi caso, estaba embarazada de 3 meses cuando celebré mi primer día de la madre. Pocos me felicitaron, otros me dieron obsequios y yo realmente ya me sentía mamá. ¿Cómo no sentirlo así, si en mi vientre ya estaba mi hija?.
Se habla bastante que después de la llegada de un hijo, la vida ya no vuelve a ser la misma. ¡Y cuán cierto es!. Todo cambia (para mejor) desde el mismo instante en que asumes la responsable de cuidar a un pequeño humano. Los bebés hacen aflorar en ti, un sinfín de emociones. Sientes varias cosas a la vez, pero sobre todo, una alegría superior a cualquier otra.
Ser madre primeriza te hace sentir muchas dudas: algunas sentimos miedo, otras experimentan una breve depresión, algunas se recuperan tan rápido que incluso llegan a lucir tan estupendas como antaño. Y es que cada una lo vive de modo muy distinto a otras personas. Junto a la maternidad, vienen aparejadas muchas inquietudes y temores, pero cuando ves a tu hijo sonriente, dándote un amor real e incomparable, sientes imposible tener más felicidad.
Como les contaba yo viví un primer día de la madre embarazada y el segundo fue con la niña en mis brazos. Fueron experiencias totalmente distintas. Mientras estaba en mi vientre sentí mucha alegría, expectativas de cómo sería, qué personalidad tendría, cuánto pesaría, cómo sería nuestra vida, etcétera, etcétera. Una vez nacida, la miré a los ojos y todo fue diferente. Era real, no era un sueño. Podía tocarla, la aprecias, contemplarla e ir re-aprendiendo el mundo junto a ella. Ese día de la madre fue muy emocionante: ahora ya todos me consideraban "la mamá de...". Recibí felicitaciones y llamados.
Siempre había celebrado aquel día como hija, nieta y sobrina. Era la que buscaba hacer cosas hermosas para mi madre, tías y abuelas. Ahora, tengo entre mis brazos a un hermoso tesoro, que pronto me dirá "mamá" y traerá dibujos o manualidades para mí. Sin embargo, este hermoso día no es uno solo: lo celebramos a diario, pues nunca dejamos de realizar nuestro rol. Cada amanecer siento que mi corazón late más fuerte, cuando la escucho decir "mamá" con su tierna voz infantil, que me hace vibrar y sentir viva.
Y tú, ¿cómo vives esta nueva etapa de tu vida?