Siempre ha habido un tipo de hombre que me atrae y con el que me proyecto: ingeniero. Mejor aún si es futbolero y habla algo de inglés (porque soy bilingüe). Así, estos atributos eran un must a la hora de buscar a mi hombre soñado. Y cada vez que salía con alguien y él me preguntaba qué hacía, yo no contrapreguntaba, porque sabía cual era su pega: siempre ingeniero.
Nunca he sabido por qué me atraen tanto. He llegado al punto de saber si un hombre es ingeniero con sólo hablarle (es un don). Tal vez porque yo soy humanista y los opuestos se atraen.
De hecho, en mi descripción de Tinder dice que me gustan estos profesionales, lo que muchas veces lleva a que algunos me pregunten - una vez que hacemos match -, si es muy terrible que tengan otra profesión. Y en general, sé que con un ingeniero habrá atracción instantánea. Pero por una vez, decidí darle la oportunidad a alguien de otro perfil, en cuya cuenta figuraban sólo 2 fotos. Pensé ¿y por qué no? En el peor de los casos, sigo soltera, pasándola bien.
No tengo palabras para describir la conexión que hubo, desde el primer minuto. Y lo más chistoso, es que no tiene absolutamente ninguna de las características que por años (¡décadas!) busqué en un hombre. Pero me hizo sentir tan cómoda desde el primer momento, que cuando nos vimos personalmente fue una mera formalidad: ya nos gustábamos mucho, porque habíamos hablado sin parar ¡de tantas cosas!.
No sé cómo explicarlo, tal vez sea mi alma gemela; tal vez no. Pero finalmente entiendo eso de que "cuando lo sabes, lo sabes". Porque aunque no sea lo que quería, es definitivamente lo que necesito.